La viticultura en nuestra ciudad: pasión por el vino
Un espacio de degustaciones, aprendizajes y experiencias en torno al consumo y disfrute del vino que busca integrar a más personas y dejar de lado las prenociones. Una cultura vitivinícola que crece cada día en nuestra ciudad.
Por María José García – Agencia Comunica
“Una noche, como toda otra, sentados en ronda alrededor de la mesa, con botellas destapadas y una conversación profunda sobre aquella bebida que teñía nuestras copas, un buen amigo mío dijo: ‘esto se tiene que llamar el club del corcho’, mientras fijaba la mirada en aquella colección de corchos que veníamos juntando desde hacía ya unas cuantas peñas”.
Y así fue como pasó. Se llamó el Club del Corcho. Un espacio creado por la pasión y la curiosidad. Un espacio que surgió como una peña entre amigos y que hoy está conformado por más de 285 integrantes.
Lo que caracteriza a esta vinoteca olavarriense es que no abre en horario comercial. Tampoco tiene una atención rápida, concreta o despersonalizada. ¿Los motivos? “poder charlar en profundidad y generar un sentido de pertenencia, abrir un vino y compartir una copa, recordar el gusto de cada persona que llega”, responde Luciano Straface, fundador del Club del Corcho e impulsor del evento Olavarría Brinda.
La materialización del proyecto
Luciano vivía en Capital antes de mudarse a Olavarría. Y algo que le generó nostalgia fue “la falta del circuito de degustación al que estaba acostumbrado”. Por ello, al no encontrar siquiera un asesoramiento profundo sobre los vinos en las vinotecas disponibles, “empecé a comprar algunos vinos y una vez por mes nos juntábamos con amigos”, cuenta.
“Éramos un grupo de seis y tomábamos los vinos a conciencia. Me escuchaban hablar, leíamos las fichas técnicas, que pueden encontrarse en la botella de manera directa o a través de un QR. También se puede entrar a la página oficial del vino y allí está toda la información sobre el origen de la uva, qué cepa es, el enólogo que lo fabricó, la cantidad de alcohol, entre otras”, explica.
“Con estos encuentros, yo ganaba un pequeño porcentaje, que era el 10%. Esa ganancia me permitía volver a comprar vinos, hasta que en un momento me encontré con una gran cantidad de stock”, relata Luciano.
Esto “me animó a tener mayor contacto con bodegas argentinas, hasta que comencé a pensar en invertir en una vinoteca que tuviera una impronta distinta a lo que se veía en Olavarría”.
Esto fue posible, aclara Luciano Straface, porque “yo trabajaba en un banco en ese momento, por lo que el rédito económico no era un objetivo necesario. Nunca cedí al modelo de negocio porque tuve la suerte de estudiar y tener un trabajo con un buen ingreso”, explica y añade: “con base en eso puedo decir que me guio por la pasión. Pero si hubiese sido diferente mi situación, probablemente sí habría tenido un objetivo económico”.
La dinámica del Club
“Nosotros no tenemos una cuota social como club, pero sí creemos que es fundamental tener un sentido de pertenencia. Por eso armamos un grupo de Whatsapp que utilizamos como red social, en el que hablamos sobre todo lo que pasa en el Club”, comparte Luciano.
Dos de las actividades principales que realizan son las degustaciones semanales y la destacada feria anual de vinos Olavarría Brinda. “Para este evento, la Municipalidad nos cede el Centro Cultural, que es un lugar hermoso y que tiene que ver con lo que yo creo del vino, que hay detrás una cultura, trabajo, familias, vínculos”, destaca el vinotequero.
“En la feria te dan una copa, que luego te la podés llevar, y te encontras con varias salas en las que hay mesas con vinos. Allí, un enólogo o profesional de bodega sabe lo que te está sirviendo y te va asesorando. Es más dinámica que las degustaciones porque vos vas eligiendo qué probar”, explica Luciano la diferencia que tienen con las degustaciones del Club.
En cuanto a los integrantes, “actualmente en el grupo somos 285 integrantes pero continuamente estamos recibiendo gente nueva, generalmente por el boca en boca”, cuenta el fundador.
Desde sus inicios, el Club tuvo dos etapas. La primera fue en Moreno, casi Avenida del Valle. Allí Luciano abrió sus puertas por primera vez, el 14 de noviembre de 2012. Esta etapa duró tres años y medio, y fue una etapa de aprendizaje total. Me choqué con una sociedad que todavía no estaba preparada para probar vinos que no conocía. Una sociedad que estaba acostumbrada a las marcas de góndola”, describe.
“Cuando tuvimos que cerrar, se pararon las ventas pero las degustaciones se siguieron haciendo. Me di cuenta que la chispa seguía estando. Por eso nos mudamos a nuestro espacio actual, en Colón 1467”.
Desde entonces, a partir de la segunda etapa, “hemos crecido un montón. Tenemos un espacio para ferias y degustaciones”, se enorgullece Luciano.
Una de las características del Club es que “se trata de conseguir vinos de todos lados, porque lo primordial es tener curiosidad, probar y aprender. Yo tengo probada la mayoría de los vinos de mi local, porque necesito probarlos para poder recomendarlos”, puntualiza el fundador.
Además, “suelo recordar los gustos de cada cliente y así voy adaptando mis recomendaciones. Esa cuestión hace que el local siga teniendo la impronta que siempre tuvo desde sus inicios”. Esto es clave en la dinámica de funcionamiento del Club del Corcho.
En cuanto a las degustaciones, desde hace dos meses y medio que venimos haciendo dos degustaciones semanales. Funcionan detrás del local, en un espacio habilitado como bar, para poder ofrecer también comidas”, cuenta Luciano.
Previo a la pandemia, “las degustaciones eran de 20 a 30 personas y una vez a la semana. Ahora, me gusta hacerlas más veces para menos gente porque la conversación que se genera es más fluida y todos participamos”, explica.
“El mes pasado hicimos cuatro degustaciones para las mismas personas que se querían iniciar en el mundo del vino. Allí la información se separó por temas y se les facilitaron a los nuevos ciertas herramientas para integrarse mejor en las próximas degustaciones”, cuenta. “También tenemos degustaciones verticales, que consisten en probar, de una misma etiqueta, varios años”, añade a los ejemplos.
Aprovechar todas las experiencias que te brinda una copa
“Estoy convencido de que el cerebro trabaja con capas de aromas y sabores, y todo se almacena como base de datos. Pero, para agudizar el paladar y poder identificar nuevos sabores, es necesario querer”. ¿Qué significa esto?..
Luciano dice que “vos podés tomar vino con la única función de compartir con alguien y no hace falta prestarle tanta atención. El vino es una bebida y el que lo paga es el que decide como lo disfruta”.
Sin embargo, “la cantidad de expresiones que hay hoy en día en Argentina amerita que uno tenga la cabeza más abierta y busque vinos que le caigan mejor al paladar de cada uno”.
En las degustaciones, “suelo hacer pruebas a ciegas, que te quitan todos los preconceptos que tenías de cierto vino, cepa, enólogo. Entonces, probamos un vino con tu gusto real y no con la idea que te hacías de él”, explica Luciano.
En cuanto a las combinaciones de sabores, también “hacemos muchas degustaciones de maridaje. Hace un mes hicimos una cena totalmente a ciegas. Con los ojos tapados, hubo mucha gente que probó cosas que antes no les gustaban, y les gustaron”.
“Hay una regla del maridaje con la que, por un lado, uno busca regular intensidades. Por ejemplo, no voy a poner un vino intenso con una comida suave ni viceversa. Para que no se pierdan los gustos. Lo mismo sucede con los postres”, expresa y añade: “pero de todas formas, el gusto personal es lo que prevalece”.
En cuanto a temperaturas, “el vino blanco se toma entre 6 y 8°, es un vino frío, porque tiene una acidez muy marcada y si está a temperatura ambiente la acidez te puede molestar. El vino tinto está pensado para consumirse entre los 14 y 18°. Si la temperatura es menor, hay ciertas cosas que no vas a sentir, y si la temperatura es mayor, hay ciertos componentes que te podrían molestar”.
Los vinos también huelen y se ven diferentes dependiendo de donde estén servidos. “No es lo mismo una copa de cristal que un vaso de vidrio”, afirma Luciano, “esto se debe a que el cristal es poroso, mientras que el vidrio del vaso es liso. Cuando movés la copa con la bebida dentro, el proceso de oxidación del vino hace que los aromas se desprendan de una mejor manera. La copa, al ser porosa, hace que haya pequeñas burbujas de oxígeno”, explica detalladamente.
Los colores del vino, a su vez, te dan cierta información de la cepa de la que están hechos. “Cuando pones la copa horizontal, extendiendo una capa fina de vino por el lateral, podes apreciar ciertos colores que te delatan el grupo familiar de la uva”.
Por ejemplo, “la uva cabernet sauvignon sale de una polinización cruzada entre sauvignon blanc y cabernet franc, y las uvas merlot y syrah vienen de un desprendimiento de esta última. En estos cuatro tipos, encontrarás un color rojizo que, mientras más pasen tiempo en botella, tenderán a irse a un tono ladrillo. Mientras que, por otro lado, la uva bonarda tiende más al color violeta”.
Uno de los grandes mitos en torno a la cultura del vino es que “siempre nos han dicho que los vinos mejorarán con los años, pero esto no es así. Un vino tiene que estar preparado para mejorar con los años. Tampoco a todos nos tiene que gustar el vino más viejo.
Para ello hay que tener en cuenta que existen distintos aromas. “Tenemos los aromas primarios, que vienen de la uva. Tienes los secundarios, que vienen de la fermentación. Y los terciarios se generan en la estiba, ya sea en barriles de roble o en la botella. A medida que el vino vaya teniendo contacto con el oxígeno, cambiará su aroma. Por eso un vino pensado para estar 20 años, lo más probable es que vaya perdiendo los aromas primarios y sean reemplazados por los terciarios”, aclara.
Animarse a más
El Club del Corcho brinda este espacio que te permite no solo probar nuevos y diversos vinos sino que también te invita a probarlos con conciencia. Sentir los sabores, los aromas y las texturas con más detenimiento. Disfrutar no solo del vino sino también de la compañía.
Algo importante, como se dijo en un comienzo, es que el Club está creado por la apasionada curiosidad de un amante del vino que vio la oportunidad de compartir esto que tanto le gusta con sus pares olavarrienses. Por ese motivo es que el Club del Corcho ofrece algo distinto: un sentido de pertenencia, un grupo, una sociedad. Una cultura vitivinícola olavarriense de la cual formar parte, pasar buenos momentos y compartir experiencias.
Con esto en mente, y para cerrar, Luciano Straface invita a “ser más abiertos y animarnos a probar otros vinos, darle la oportunidad a nuestro paladar de encontrar aquello con lo que estará complacido”.