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El agua invisible: revalorizar el uso racional

En el Día Nacional del Agua, la Facultad de Ingeniería advirtió sobre la calidad y el acceso al recurso. Además, el agua potable que se utiliza en la producción agrícola e industrial.


En la actual sociedad de consumo el agua tiene un atributo único, y no tiene que ver con lo sensorial, sino con su uso. Es imperceptible. Virtual. Está oculto en el proceso para elaborar un kilo de pan, un jean, o en un viaje en auto. Millones de litros se usan diariamente para generar mercancías, aunque ese componente no se refleje en la calidad, el costo, o la función. La dinámica de la humanidad necesita el agua para sostener este modelo consumista, aunque sea un bien cada vez más escaso. El uso racional del agua es un dilema tan complejo como sus soluciones.

 

Para tomar dimensión. Obtener un kilo de carne vacuna requiere 16.000 litros de agua; para producir una camiseta de algodón son necesarios 2.000 litros de agua; y para fabricar un teléfono celular se utilizan más de 23.000 litros de agua. Las demandas de productos aumentan y el estrés hídrico es cada vez más notorio en el planeta.

 

Este 31 de marzo se conmemora en Argentina el Día Nacional del Agua, que desde 1970 intenta despertar conciencia acerca de la importancia, el uso racional y el aprovechamiento de los recursos hídricos del país. En la Facultad de Ingeniería de Olavarría hace años que se aborda la temática desde diversas aristas, con investigaciones, estudios de casos, propuestas de mejoras, nuevas técnicas, y gestiones de concientización.

 

Una de las acciones, en torno a la calidad del agua, la impulsa la ingeniera química y doctora en ingeniería Paula Vitale, quien también tiene un magíster en gestión ambiental y auditorías de la Universidad de León, España. Ella forma parte del grupo de investigación EDEMAP (Equipo de desarrollo de materiales y procesos).

 

Vitale se formó y especializó en tratamiento de efluentes industriales. “El agua se recicla gracias a un ciclo, pero hay destinos finales donde llegan todos los contaminantes. Y el gran destino final de todos los desechos es el mar. Entonces hay ciertos recorridos donde el agua va fluyendo, y donde puede ir causando diferentes daños en función de la calidad de ese agua”, explicó.

 

“Un efluente industrial que no esté en condiciones legales de ser descargado puede traer inconvenientes a todos los ecosistemas receptores. Además, es el vehículo ideal para la migración de muchos contaminantes”, agregó.

Doctora ingeniera Paula Vitale.

 

Ante este escenario, en la FIO “venimos trabajando con propuestas de diferentes tratamientos, que son tecnologías avanzadas para efluentes que no son tratables mediante mecanismos convencionales. En la industria se usan tratamientos primarios para eliminar sólidos y materias en suspensión. También se utilizan tratamientos biológicos para eliminar la materia orgánica, pero en el caso de algunos efluentes (y son cada vez más), aquellos que tienen sustancias que son resistentes a la degradación biológica, es necesario aplicar tratamientos nuevos”, planteó la doctora.

 

“Esto es lo que estamos desarrollando desde el grupo Edemap. Pruebas con tecnología de oxidación avanzada que permiten alcanzar parámetros de descarga de efluentes que de otra forma no pueden ser tratados. Y ya hemos hecho trabajos para varias empresas de la zona”, afirmó Vitale.

 

Este tipo de trabajo es un gran aporte “porque implica una responsabilidad con la salud de nuestro planeta”, subrayó.

 

Oro líquido

 

A nivel mundial, el agua potable es un recurso finito, donde no todos los habitantes tienen acceso. Hay zonas del planeta donde hay escasez severa. “En Latinoamérica estamos en una posición privilegiada porque tenemos densidad poblacional baja, frente a otros continentes, y una distribución de las fuentes de agua de reserva abundante. Estamos beneficiados por la cantidad de agua por habitante”, apuntó Vitale. Entre esos beneficios, Argentina se ubica sobre una de las reservas de agua dulce más grandes del mundo, el Acuífero Guaraní, que compartimos con Uruguay, Paraguay y Brasil.

 

“Que tengamos un acceso fácil hace que quizá no tengamos conciencia sobre la necesidad de cuidar el recurso disponible. Es más difícil entender la escasez cuando siempre abrimos una canilla y sale agua”, graficó.

 

“Y hay que tomar conciencia del uso que le damos al recurso –insistió la especialista-. “Como la mayoría de los procesos productivos en nuestro país son para generación de alimentos o para agregado de valor en cadenas de alimentos, el consumo de esa cantidad de agua hace que sea muy importante que las descargas que hacemos de las aguas utilizadas, industriales, sea adecuado y de calidad. Para garantizar la salud del ecosistema que recibe esas aguas”.

 

Litros reales y virtuales

 

La cantidad de agua potable requerida para obtener cualquier producto agrícola o industrial se conoce como agua virtual. Son miles de litros de agua usados en la génesis de las mercancías.

 

“La mayor cantidad de agua virtual que utiliza una persona está relacionada con los productos de consumo más que con los gastos en el hogar”, definió la doctora. “Más allá de cerrar la canilla cuando nos lavamos los dientes, o reducir la cantidad para lavar el auto, también podemos elegir los productos que consumimos, y la proporción de esos productos, podemos contribuir a que se produzcan en mayor cantidad productos que usan menos agua para fabricarse”, remarcó.

Fuente: Sabesp Brasil.

 

Es posible saber la cantidad de agua virtual y real que consume cada persona, conocida como huella hídrica. “Para eso hay calculadoras que determinan los consumos asociados al uso del recurso para satisfacer las demandas de nuestra vida”, manifestó Vitale. “Esto nos da un panorama del uso del recurso y de nuestro impacto en el planeta”, agregó. “Ahí nos damos cuenta que en Latinoamérica consumimos muchísima más agua que en el promedio mundial, y que en otras regiones no hay disponibilidad”, puntualizó.

 

Conocer cómo y en qué usamos el agua potable nos permite generar acciones para su cuidado. Paula Vitale, desde la FIO, además de las investigaciones sobre nuevas técnicas para el tratamiento, realiza junto a la profesora Viviana Colasurdo charlas y publicaciones acerca del uso racional del agua. “Participamos en la feria itinerante de Estación Ciencia en 2017, tenemos un artículo publicado en Ciencia en Red en 2018, dimos un taller en el tercer Encuentro de Educadores en Enseñanza de la Química en 2019. También impulsamos un debate en el Ciclo de Charlas de Medio Ambiente, organizado por la Asociación de Estudiantes de Ingeniería Química de Olavarría (AEIQO)”, relató.

 

Todas las acciones apuntan a una revalorización sobre el uso racional del agua, en sus diversas dimensiones, para que cada uno, desde su lugar, tome conciencia de la importancia de su cuidado.

 

Fuente: Prensa Facultad de Ingeniería