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Ley Micaela: Desnaturalizar las violencias para transformarlo todo

Por Lic. Florencia Caro (*)


Fue en diciembre de 2018 cuando uno de los reclamos de los feminismos en nuestro país tomó forma de Ley: la 27.499, a la que conocemos como Ley Micaela.

 

Micaela García nació en Entre Ríos y militaba apasionadamente por los sectores siempre postergados. Soñaba con un mundo más justo, y empujaba barreras para transformar la realidad.

 

Tenía 21 años cuando Sebastián Wagner la asesinó. Este femicidio que conmocionó al país nos arrojó en la cara la soberbia con que el Estado falló en todos sus estadíos. Wagner tenía dos condenas por violación y estaba en libertad condicional.

 

Los padres de Micaela, las familias de las víctimas de femicidios y los movimientos de mujeres transformaron ese dolor en semilla impulsando una normativa que exige a todas las personas que trabajan en los tres poderes del Estado Nacional, cualquiera sea su jerarquía, a capacitarse en perspectiva de género y violencia de género.

 

El camino hacia la implementación, como todas las leyes que buscan ampliar y garantizar derechos al colectivo de mujeres y disidencias sexuales, apareció colmado de resistencias y obstáculos, que lejos están de haber desaparecido.

 

La Ley Micaela brinda herramientas para prevenir la violencia de género en la administración pública y el diseño y ejecución de políticas públicas con perspectiva de género.

 

En Olavarría comenzó a implementarse en abril de 2019 mediante encuentros con el Intendente Municipal; la Secretaría de Salud; Desarrollo Humano y Concejo Deliberante, en una primera instancia donde la propuesta giraba en torno a revisar nuestra construcción identitaria a partir del proceso de socialización de género, donde aparecen desde nuestro nacimiento viejas ideas sobre cómo debemos ser y sentir, qué podemos o no soñar, cómo autopercibirnos, qué actividades nos permitirán explorar según el género que nos hayan asignado. Entrampadxs en un sistema binario y biologicista, que nos piensa sólo en dos casilleros: nos piensa en rosa y en celeste.

 

Aun necesitamos mayores recursos para acelerar el proceso y acortar los tiempos en que todas las personas reciban esa primera instancia de sensibilización, avancen hacia las próximas profundizando en otros aspectos urgentes, para garantizar la permanencia que la norma nos exige en pos de  construir día a día un Estado presente de verdad, que nos escuche y que llegue a tiempo.

 

Claro que ni una ni dos capacitaciones estatales pueden frenar las violencias por razones de género. Sin embargo su importancia radica en dos aspectos: habilitar espacios para la sensibilización en aquellas personas que tienen a diario la responsabilidad de trabajar en la gestión pública y garantizar que todas ellas tengan información indispensable para intervenir y asesor a una mujer en situación de violencia.

 

El 3 de junio de 2015 cuando los feminismos populares dijeron “BASTA”, se desmoronó un pedazo de esa oxidada estructura de violencias, capitalista y patriarcal y dimos un paso fundamental en el camino de transformarlo todo. Luego, con la expansión de los espacios de género en los Municipios, los movimientos de mujeres tomando las calles con un grito ancestral por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y la flamante creación del Ministerio Nacional de las Mujeres, Géneros y Diversidad, ya no hay margen para seguir postergando estos debates.

 

Ya no tenemos más tiempo como sociedad para demorar estas preguntas. ¿Qué significa ser varón? ¿Qué significa ser mujer? ¿De verdad hay solo dos opciones? ¿Qué tiene que ver mi genitalidad con mis deseos, con mis sueños? ¿Por qué tengo que ser mamá? ¿Cuánto nos cuesta la violencia machista, esa que resistimos todos los días con nuestros cuerpos a las mujeres, lesbianas, gays, travestis y trans?

 

A les niñes que se quedan sin su mamá todos los días, a las familias y las pibas que lloran a sus muertas.

 

Revisarnos, repensarnos, deconstruir todo nuestro sistema de creencias, transformarnos para transformarlo todo. Para esto la necesitamos. Por esto seguimos bregando: Ley Micaela en cada rincón del Estado. Ahora es cuando.

 

(*) Comunicadora feminista, diplomada en Género UBA, capacitadora Ley Micaela para el Municipio de Olavarría.