A 10 años del primer Ni una Menos, la mirada desde Olavarría
El 3 de junio de 2015, un grito recorrió el país y se hizo escuchar en el mundo. De los cuerpos de mujeres arrojados como basura al reclamo de políticas públicas. Las urgencias de la actualidad y la resistencia ante un contexto hostil.
María Eugenia Iturralde, doctora en Comunicación e integrante del Frente Ni Una Menos Olavarría, habló en el marco de la conmemoración de los 10 años de la histórica marcha contra la violencia machista que tomó las calles del país e impulsó distintas políticas públicas.
“En estos 10 años hubo todo un proceso social de visibilización de lo que tiene que ver con la violencia machista, estamos hablando de relaciones de poder que son desiguales, de un poder que se ejerce de manera abusiva y que afecta fuertemente al colectivo de las mujeres y también a las diversidades”, resaltó Iturralde en diálogo con el programa Levantate por Radio Sapiens.
La profesional analizó el proceso social desde esta actualidad con un “contexto social de muchos discursos de odio, donde tenemos que enfrentar fuertes contraargumentaciones que a veces no tienen ningún tipo de sustento detrás”.
A esto se le suma “un contexto de recorte muy fuerte y hasta hace unos días también se nos responsabilizaba del no nacimiento, o sea, de la baja de la tasa de natalidad en nuestro país”.

3 de junio de 2015, Olavarría
En consonancia con lo que ocurría no solo en las capitales del país, sino también en ciudades más pequeñas, la sociedad olavarriense salió a las calles. “En ese momento se habló de aproximadamente 8 mil personas que marcharon por las calles de Olavarría para reclamar la creación de políticas públicas, para abordar esta problemática social que fue reconocida por el Estado argentino en el año 2019 y que después de esa marcha, se crea una partida presupuestaria especial en el Municipio de Olavarría para abordarla”.
Iturralde recordó que en 2016 se creó la “dirección de Políticas de Género”. Hoy la dependencia lleva el nombre de dirección de Mujeres, Género y Diversidad y “a diario recibe casos sumamente críticos de nuestra ciudad. Podemos dar cuenta de que la problemática sigue existiendo y necesitamos que el Estado nos acompañe”.
Ese año “como organización social, nos vimos desbordadas. Recibimos muchísimas consultas por redes sociales, se contactaron a nuestros teléfono particulares para preguntarnos cómo podían salir de un vínculo violento, en muchas oportunidades eran familiares desesperados y desesperadas”, contó Iturralde y agregó: “en todo lo que tiene que ver con el abordaje, la vuelta que le encontró el Estado en Olavarría, para nosotras fue fundamental porque nosotras no teníamos herramientas para abordar situaciones que eran verdaderamente complejas”.

Cuerpos arrojados como basura
“A nivel nacional, eran constantes las noticias en donde aparecían cuerpos de mujeres arrojados en diferentes lugares, como si fuesen basura” indicó la integrante del Frente.
Específicamente, la Marcha Ni Una Menos se organiza a raíz del femicidio de Chiara Páez, asesinada por su novio, al enterarse que estaba embarazada, y enterrada en el patio de su casa. “Eran cuerpos arrojados que parecía que no tenían ningún tipo de valor. Y en ese momento, un grupo de periodistas, en su mayoría mujeres, comenzaron a partir de unos tuits a organizar algo, a decir hasta cuándo vamos a soportar esto”.
“Las redes sociales le dieron una capilaridad al reclamo, que hizo que en diferentes ciudades del país se formaran grupos, en ese momento usábamos mucho Facebook, grupos de Facebook abiertos, en donde se decía qué vamos a hacer el 3 de junio en nuestra ciudad. Y a partir de ahí, en nuestro caso particular, hicimos tres reuniones abiertas que tuvieron muchísima adhesión de clubes, no sé, me acuerdo, pero la Asociación de Árbitros, espacios que absolutamente nada tenían que ver con una consigna feminista”, relató.
“La consigna Ni una Menos era muy convocante, porque quién puede manifestarse en contra de que dejen de matar mujeres en los términos espantosos en los que estaba sucediendo. El desafío en ese momento fue visibilizar esto no como casos aislados, en donde un marido, un novio, decide terminar con la vida de su pareja, sino que en ese momento fue decir, bueno, esto es sistemático, es un problema social, no son hechos aislados”, aseguró Iturralde.
“A partir de ahí se empieza a hablar de femicidio, se empieza a hablar de violencia machista, se empieza a pensar esto como un problema público que merece un abordaje social, y se empieza a buscar la raíz”.

Los cambios hacia el interior del movimiento
El movimiento exigía enfrentar un proceso de politización. Para Iturralde “exigía buscarle una solución a esta problemática. Nosotras nos comenzamos a formar, a tener lecturas, a tener discusiones, a politizarnos más en un sentido más feminista”.
“Y eso también hizo que muchas personas quedaran en el camino, algunas estaban de acuerdo, otras no”, señaló dando cuenta de las transformaciones y discusiones al interior de la organización.
Incluso, en este recorrido, las actividades del 8 de marzo tomaron una fuerza muy grande. “Tiene un impacto internacional muy fuerte y lo que hacemos es sostener la figura del paro y reivindicar nuestros derechos como mujeres trabajadoras”.

Una muestra de todos estos cambios se refleja en el cambio del logo, por ejemplo. “En ese momento tenía la imagen de una nenita, como si fuese la de las puertas de los baños, con el vestido. Hoy no tiene más esa figura”.
“Le quedó el nombre Ni Una Menos porque es muy fuerte el sello, pero también si se hubiese podido despojar de ese carácter tan femenino a la consigna, también creo que se hubiese hecho. A poco tiempo de iniciar ese tipo de actividades lo que se percibió fue que la violencia machista afecta fuertemente al colectivo de la diversidad. Entonces, ahí se empieza un trabajo conjunto de darle mayor fuerza a todo lo que tiene que ver con la violencia hacia el colectivo trans, por ejemplo”.
“En este proceso de politización fuimos uniéndonos a otros colectivos que son vulnerados o invisibilizados socialmente”, afirmó.
Las urgencias del presente
Iturralde describió un contexto actual “donde la población se está empobreciendo cada vez más, donde quienes trabajamos formalmente estamos viviendo una situación económica terrible, imagínense aquellas personas que están dentro de los circuitos de la economía informal. También hace unos días vimos una gran manifestación en favor de los derechos de las personas con discapacidad, y todos los miércoles, se juntan las personas jubiladas a resistir las políticas de ajuste en nuestro país”.
Eso impacta de lleno en los feminismos. “Estamos sensibles también a todas esas cosas que están sucediendo, porque mujeres y personas del colectivo de la diversidad somos jubiladas, somos docentes, somos trabajadoras, somos discapacitadas”. “Es importante apoyar todos estos reclamos y también visibilizar desde la perspectiva de género y diversidad cómo este tipo de políticas de ajuste nos afectan particularmente a nosotras”, concluyó.