Para la Justicia, los acusados “idearon juntos” el plan para asesinar a Carlos Cordero
El Tribunal Oral en lo Criminal N.º 2 de Azul condenó a penas de 25 y 20 años de prisión a la pareja acusada por el violento homicidio ocurrido a fines de junio de 2019. Las juezas coincidieron en que fue clave el rol de los dos imputados para cometer el crimen.
Darío Machado | Especial para Central de Noticias
De manera unánime, las juezas que conformaron el Tribunal Oral en lo Criminal N.º 2 del Departamento Judicial de Azul condenaron en las últimas horas a Claudio Daniel Ibarra y a Anabella María José Landalde a penas de 25 y 20 años de prisión, por ser considerados autores del homicidio de Carlos Cordero.
El olavarriense de 60 años fue asesinado en horas del mediodía del 26 de junio de 2019, y su cuerpo fue hallado descuartizado y carbonizado diez días después en un predio ubicado sobre ruta 226 a la altura de Alberdi. Entre los meses de octubre y noviembre se desarrollaron siete audiencias correspondientes al juicio oral y público en el que se ventilaron las circunstancias en qué ocurrió el crimen de Cordero, y el rol que cumplieron cada uno de los acusados.
En el fallo de más de 100 fojas las juezas Inés Haydeé Olmedo, María Alejandra Raverta y Silvia Araceli Torres condenaron a Ibarra a la pena de 25 años de prisión por ser considerado autor del delito de “homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego”, mientras que Landalde fue condenada a una pena de 20 años de prisión por ser responsable del mismo delito en calidad de partícipe primaria.
En la sentencia, a la que tuvo acceso este medio, se establece que “ambos imputados, participaron en el ‘iter criminis’, idearon juntos un plan que llevaron adelante y luego lo concretaron”.
Por un lado, Landalde, de 27 años, “prestó su colaboración indispensable para la concreción del resultado obtenido, atento que sin su participación el hecho no se hubiera podido llevar adelante, ella atrajo a la víctima a su domicilio, porque tenía una relación previa de cliente por el servicio de prostitución que ejercía, siendo este el medio idóneo que ambos eligieron para cooptarlo y luego ya en el lugar, dominando el evento en curso se encontraba Ibarra, quien portando un arma de fuego, le disparó a la víctima ocasionándole la muerte”.
Mientras tanto, Ibarra es considerado autor del homicidio ocurrido en el domicilio de Pourtalé al 2200 de nuestra ciudad porque “sabía cómo usar un arma y utilizó una tipo escopeta, cuyo disparo a corta distancia le aseguraba el resultado querido, se representó la posible o probable consecuencia letal que su accionar produciría y lo ejecutó sin dudarlo”. Además, se aclara que actuó “con la conciencia y voluntad de que con su accionar ocasionaría la muerte de Cordero”.
Abrumadora prueba
A lo largo del fallo se recuperan más de 40 declaraciones presentadas en del juicio desarrollado en los Tribunales de Azul, por el que pasaron familiares y amigos de la víctima, conocidos de Ibarra Arrieta, efectivos policiales, personal de Bomberos Voluntarios, peritos forenses, entre otros. A partir de estos testimonios y de otra serie de documentaciones recuperadas en el debate, las juezas indicaron que la “abrumadora prueba producida en el debate” es suficiente para sostener de manera inobjetable la imputación contra Ibarra y Landalde.
En línea con lo expuesto por la fiscal María Paula Serrano, titular de la Unidad Funcional de Instrucción N.º 4 de Olavarría desde la que se llevó adelante la investigación por el homicidio de Cordero, en el fallo se sostiene que fue asesinado el mismo día de su desaparición en el domicilio de Pourtalé al 2200.
En la mañana del 26 de junio de 2019 la víctima se comunicó telefónicamente con Landalde y se dirigió en su vehículo Ford Fiesta a dicha vivienda con el presunto objetivo de mantener una cita sexual con la joven, con quien ya había tenido encuentros con anterioridad. Allí, el fallo refiere que, si bien no se conoce con claridad cómo fue el suceso de hechos en el interior del domicilio, se presume que al ingresar “se encontró con los dos encartados, portando Ibarra un arma de fuego tipo escopeta 12/70, quien a corta distancia le efectuó un disparo que impactó en su rostro del lado izquierdo, provocándole la muerte”.
Aunque no se revelaron las circunstancias que llevaron al crimen de Cordero, sí se expuso que Landalde e Ibarra solían convocar al domicilio de Pourtalé al 2200 a potenciales víctimas con la excusa que iban a tener un encuentro íntimo con la joven y luego “Ibarra los despojaba de sus objetos personales de valor, intimidándolas mediante una golpiza”. No se descarta que Cordero se haya intentado defender de una situación de estas características, y en ese contexto fue asesinado.
Fuego y sangre
En la mañana del día siguiente al crimen, y cuando ya su familia había denunciado la desaparición, el vehículo de Cordero fue encontrado en cercanías de calle 5 y avenida Colón. A partir del registro de las cámaras de seguridad de la ciudad se pudo determinar que alrededor de las 13.30 del 26 de junio de 2019 el automóvil fue trasladado a este punto por el propio Ibarra Arrieta, quien lo prendió fuego, “borrando así todo rastro probatorio que los pudiera comprometer”.
Los restos de Cordero fueron hallados recién en la mañana del sábado 6 de julio, luego de 10 días de intensa búsqueda, en el santuario del Gauchito Gil ubicado en la Ruta Nacional 226 y avenida Alberdi, sector que ya había sido rastrillado. El cuerpo se encontraba calcinado y desmembrado, por lo que recién se pudo identificar que se trataba del olavarriense desaparecido semanas más tarde, a partir de una prueba de ADN con una muestra de sangre tomada a la hija de la víctima.
En el fallo se sostiene que el cuerpo fue desmembrado en la misma vivienda de Pourtalé al 2200, en la que canes especializados identificaron que había estado la víctima en restos de un colchón carbonizado. Además, en este domicilio se secuestraron diversos elementos con rastros de sangre, los que dieron como resultado la existencia de ADN de Cordero y de Landalde.
Finalmente, una de las pruebas principales que se presentó también en el juicio es la fotografía recuperada del teléfono que compartían Ibarra y Landalde, donde se ve a la víctima fallecida con un disparo en el rostro del lado izquierdo y a su lado Ibarra mientras mira la cámara y “en posición de cuclillas, en pose que se asemeja a la de un cazador con su presa, con una escopeta calibre 12/70”.