Madres en la literatura: una figura explorada desde distintos ángulos
Los matices son infinitos, el tema de la maternidad forma parte de la literatura universal. Una aproximación a distintas madres a través de 3 obras.
Yesica Guevara / del staff de Central de Noticias
En vísperas del Día de la madre recorremos algunas madres reflejas en la literatura. Una temática universal, que se ha explorado con más matices en los últimos tiempos tanto en nuestro país como en Latinoamérica.
“En esta última década el tema estalló, no solo en la Argentina”, resaltó la investigadora Nora Domínguez Rubio, pionera en estudios de género en literatura, en una nota brindada en 2023 a Télam.
Nora Domínguez Rubio, estudia las representaciones de género en las literaturas del país y de América Latina, y el lugar de la maternidad en la narrativa. En ese sentido, destaca que las representaciones de la maternidad adquieren distintas dimensiones con madres protagonistas, madres narradas por sus hijas, madres con problemas de salud, madres diversas, madres obsesivas.
“Es lo que busqué, Madre.
Darte, como en el Apocalipsis, un libro a comer”.
En El corazón del daño, María Negroni escribe con palabras filosas, directas y a la vez, elegantes. En esta novela biográfica (si se me permite ese encasillamiento) nos presenta retazos de su vida. En el centro de la escritura, su madre. Una figura absoluta, dominante.
Las palabras de la infancia se esparcen por toda la narración. A su vez, la autora reflexiona sobre su propia escritura, sobre el proceso creativo que lleva adelante y sobre el lenguaje materno que recibió como herencia.
Negroni no esconde sus contradicciones. Al igual que Delphine De Vigan en “Nada se opone a la noche”, nos ofrece su verdad, sus recuerdos, sus heridas: “un pequeño libro de mi puño y cuerpo, seguramente errado en su tristeza”.
“Mi madre estaba azul, de un azul pálido mezclado con ceniza, las manos extrañamente más oscuras que el rostro, cuando la encontré esa mañana de enero. Las manos como manchadas de tinta en los nudillos de las falanges.
Mi madre llevaba varios días muerta”.
EL fragmento corresponde a Nada se opone a la noche. Luego de encontrar a su madre muerta, Delphine De Vigan emprende la tarea de reconstruir la vida de Lucile a través de testimonios, fotografías, textos, videos, audios y sus propios recuerdos: “escribo con mis ojos de niña que creció demasiado de prisa”.
En esta reconstrucción no solo escribe sobre su madre, sino también sobre su familia y sus secretos. Una crónica que atraviesa generaciones y que perturba a la autora en varios pasajes. A pesar de eso, continúa.
Durante el desarrollo de la novela, De Vigan reflexiona sobre el proceso creativo que enfrentó como escritora-hija. “Tal como escribo estas frases, tal y como las yuxtapongo, ofrezco mi verdad. Solo me pertenece a mí”.
“Tengo que irme de acá, pienso. Eso es todo lo que pienso mientras la veo cerrar con dificultad la puerta del coche con la punta del pie, y caminar hacia la casa con mi hija a cuestas. Se tensa la distancia de rescate y el hilo que nos ata me pone a mí también de pie”.
Por último, en Distancia de rescate, Samanta Schweblin, nos cuenta la historia de Amanda y su hija Nina, durante unas vacaciones en un pueblo rural de argentina. Una madre obsesionada con proteger a su pequeña todo el tiempo, a tal punto, de calcular la distancia de rescate necesaria para salvarla de cualquier peligro.
También es la historia de Carla y su hijo David, un niño que sufrió una intoxicación debido al veneno que se expande en muchos campos de cultivos.
La novela transcurre en el diálogo entre David y Amanda. Una conversación que busca todo el tiempo “llegar a lo importante”, un encuentro entre la vida y la muerte.