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Columna invertebrada: la persistencia

Un valor con poco marketing. Qué implica ser persistente y realmente ¿vale la pena?


Francisco Ferrari */ especial para Central de Noticias

La persistencia es un valor casi siempre subestimado. Es clave y determinante para cualquier acción o proyecto que se emprenda, pero pocos o muy pocos la tienen en cuenta.

Sos inteligente, sos lindo, sos fuerte, sos talentoso o creativo, sos equilibrado, o hasta un qué flaco que estás. Pero nadie te dice a modo de elogio que sos persistente.

Tal vez sea un término con poco marketing o sea crea que decirle a alguien que es persistente es bajarle el precio.

Como cuando te encontrás con un bebé muy feo pero no te podés quedar callado porque ahí están los padres embobados esperando que digas algo, una especie de devolución al recién nacido.

Y mirás al bebé, y te miran los padres y no te sale nada. Pensás en decir qué hermoso pero sabés que es mucho. Tampoco da para qué lindo. Y balbuceás hasta tirar qué simpático.

Y a los padres les parece poco y tal vez al que lo elogien por persistente también.

Persevera y triunfarás cayó en desuso. Es pesado, es una carga, es la obligación de levantarte todos los días a hacerlo de nuevo.

Tan en desuso como el fax, el ampo, las colitas ruteras, los pantalones nevados o la inquietud de frenar en la esquina para darnos paso a los peatones.

Iba a poner en la lista también el canje de revistas pero si ya se despertó el Flaco del Millo me acusará de recurrir siempre al mismo yeite ante la falta de nuevas ideas.

Los tiempos de hoy están para otra cosa. Un golpe de suerte, una idea brillante, una aplicación que se te ocurra para venderle a una empresa en Sudáfrica y te llene de guita en una semana.

Nadie quiere ser persistente. Todos quieren ser livianos y exitosos.

Por eso nos conforman con un título y no con un programa. Con dos o tres posteos y no con un libro. Con un tema y no con un disco. Con un vídeo de minuto y medio en youtube y no con una película de 3 horas 10 de las que recomienda Zamora.

Como la gallina y el huevo quién sabe lo que vino primero. Si ellos empezaron a conformarnos con poco o nosotros les exigimos sacarnos tanta carga de encima y hacernos la vida más fácil, más llevadera y más hueca.

*Periodista, escritor, conductor de Radioaficionados. Podés escuchar ésta y otras columnas en Spotify.