Lápiz, cuaderno, hojas en blanco e ideas: la composición musical en primera persona
Este sábado, se celebra en Argentina el Día del Autor y Compositor Musical en conmemoración al 11 de mayo de 1813, día del Himno Nacional Argentino. Ignacio Montoya Carlotto e Ingrid Feniger contaron a Central de Noticias su proceso de composición para crear música.
¿Por qué todos los músicos y músicas componen de diferentes maneras y cada uno tiene su propia técnica? La respuesta es que las ideas son muchas, y los conceptos van, vienen, desaparecen y cambian de forma.
Este sábado, se celebra en Argentina el Día del Autor y Compositor Musical en conmemoración al 11 de mayo de 1813, día del Himno Nacional Argentino. Ignacio Montoya Carlotto e Ingrid Feniger contaron a Central de Noticias su proceso de composición para crear música.
Para Carlotto, sus primeras composiciones “fueron en relación a una falencia: no era tan bueno sacando cosas de oreja y me resultaba más fácil inventarlas, hoy me sigue pasando igual. Mi desarrollo compositivo empezó junto con empezar a tocar. Fue cuando aprendí un “poquito algo” y con esos poquitos elementos que tuve ya empecé a intentar lo que me salía a mí”.
Según el músico local en el proceso hay varias etapas. “La primera es cuando se te ocurre una idea, una especie de ocurrencia, algo que viene de no sabes dónde. Una frase, una melodía, un concepto. Ese generalmente es algo que viene sin terminar y no tiene muy claro el destino entonces eso se anota”.
Luego, “eso va a cuadernos, a lugares de reposición que son como archivos personales de ideas. Después viene del oficio propio de hacer con esa idea una música que escuchamos todos. Viene en función de una necesidad personal o de un trabajo” sostuvo.
“Uno empieza a “tirar de un ovillo” y ver cuánto hay adentro de eso. No sabés lo que te vas a encontrar. Ahí empieza otra etapa que es la de acumular material, escribir, darle vueltas y llega un momento donde tenes mucha cantidad de música pero toda desarmada, como un castillo de legos pero desarmado” agregó.
Más, tarde, “empieza una etapa corta e intensa que es armar con todos esos pedacitos una obra. Luego viene editar, grabar o el proceso que lo termina”.
Por su parte, la música local Ingrid Feniger recordó que sus primeras composiciones fueron “con una amiga con la guitarra y a partir de ahí en la adolescencia como un juego. Después empecé a ir más hacia la escritura cuando estaba estudiando. Luego se me hizo hábito poder escribir mis propias músicas y poder hacer sonar mis propias músicas”.
Carlotto dice que “el compositor tiene que intervenir bastante poco. Es como un tipo que está observándolo y ve cuáles son los elementos que funcionan bien en toda esta estructura que se le ocurrió”.
Además, agregó que “el compositor no tiene que molestar, eso es un poco la idea. Hay un video de Cortázar que dice que “el cuento ya está escrito, lo único que tengo que hacer es pasarlo a la verbalidad”. Con la música pasa lo mismo, la música ya está hecha pero hay que ir armándolo”.
En tanto Feniger remarcó en el proceso “a veces sale un dibujo, una idea, un disparador de letra o de imagen. Puede venir desde varios lugares”.
“La música instrumental en general también sale de pequeñas ideas musicales que se van desarrollando. El trabajo del compositor es un trabajo muy de hormiga de ir armando e ir desarrollando materiales muy puertas adentro” agregó la música local.
Carlotto afirmó que lo que más disfruta “es el procedimiento, Cuando sale más rápido lo disfruto más, pero hay momentos que cuesta horrores. El hecho de sentarme con el papel, enfrente del piano es lo que disfruto”.
“Lo que más me moviliza a mí es encontrar las maneras y los materiales para decir algo con lo propio. Con las canciones es incluso más fuerte, porque estamos hablando de palabras. Cuando es música instrumental estamos poniendo en juego un montón de materiales propios. Está buenísimo poder poner a sonar la propia sonoridad que uno a veces no sabe ni siquiera que existe” explicó Feniger sobre el disfrute de componer.
“Al cierre viene la etapa más linda que es llevarlas a un grupo, básicamente es poder exponerla. Cuando uno la expone ante un grupo (por más que no sea en vivo) tenés la mirada del otro” remarcó Feniger.
Deshacer también es parte de la magia
Ingrid no usa lapicera y es más del lápiz, goma y papel. Las ideas van y vienen pero lo más importante es el objeto donde volcar la información.
Carlotto sostuvo que “siempre hay un lugar en la casa donde uno guarda un cuaderno y las ideas que se te ocurrieron. Eso es lo más preciado de uno, porque es el material con el que vas a trabajar”.
“Tengo cuadernos (no muy desordenados) porque después los tenés que salir a encontrar. Si se te ocurrió algo y guardaste un papel en un cajón que no encontrás nunca más no sirve. Es hacer y deshacer, a la par de desarrollar mucho la capacidad de ver esa idea como por un prisma que te lo permita ver de mil maneras para tener más material y poder elegir mejor” cerró.