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Banco Provincia y el retorno democrático: modernización tecnológica y la vuelta de los créditos productivos e hipotecarios

Durante los primeros años de democracia, el ex presidente del banco, Aldo Ferrer, no solo impulsó la recuperación del histórico rol de acompañamiento a los sectores productivos, sino que propició el retorno del crédito hipotecario e inauguró una época de modernización tecnológica, con informatización de procesos y la puesta en marcha de los primeros cajeros automáticos.


Tras el oscuro período que significó la última dictadura cívico militar que gobernó el país entre 1976 y 1983, Argentina logró recuperar la democracia y desde entonces transcurrieron 40 años de consolidación de la misma. 

Banco Provincia atravesó los primeros años del retorno democrático con la presidencia de Aldo Ferrer, cuya gestión buscó retomar el rol histórico de banca de fomento que caracteriza a la institución.

Se reorientó el crédito productivo con énfasis en el sector agropecuario, las pymes y las cooperativas, se fomentó el acceso a la vivienda y se potenció el comercio exterior.

Las medidas de liberalización financiera aplicadas por la dictadura cívico-militar iniciada en 1976 produjeron un proceso de transnacionalización que tuvo como objetivo captar recursos externos.

Durante esa etapa, el Banco fue utilizado activamente para tomar deuda externa nacional y se convirtió en acreedor y deudor internacional, integrado a un modelo de especulación financiera. 

Con el retorno de la democracia, una de las primeras decisiones de Aldo Ferrer fue iniciar un arduo proceso de reorientación de los activos y pasivos en moneda extranjera y desarrollar nuevos instrumentos de captación de depósitos para garantizar nuevamente el acceso al crédito de las y los bonaerenses.

También se retomó el crédito hipotecario, con el objetivo de fomentar el acceso a la vivienda y diversificar la cartera de clientes, al tiempo que se respondía a una demanda social. Los préstamos hipotecarios pasaron así a conformar el 12,7% de la cartera total de créditos y 25 mil familias lograron adquirir una vivienda a través del Banco.

Otra de las prioridades fue la informatización del Banco y la incorporación de las nuevas tecnologías del sistema bancario. El acontecimiento más relevante de este período fue la creación de la red de cajeros automáticos.

En esta etapa se buscó que el Banco participara activamente en la integración de la estructura científico-tecnológica, el Gobierno y el sector productivo para impulsar el desarrollo tecnológico autónomo.

Con este objetivo se otorgaron créditos blandos a pymes innovadoras y se firmó un acuerdo con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), para obtener asesoramiento para la evaluación de los proyectos.

Así se financiaron diversos proyectos de innovación en distintas áreas: energía nuclear, biotecnología, robótica, comunicaciones. También se apoyó a la empresa estatal INVAP en sus operaciones internacionales de venta de reactores nucleares. 

Otra de las iniciativas ligadas a esta estrategia de desarrollo fue la creación de emprendimientos interbancarios con la banca estatal de otros países latinoamericanos como Brasil y México, en sintonía con una idea de integración continental.

En el plano local se promovieron iniciativas conjuntas con el Banco Nación, el Banco Nacional de Desarrollo y las provincias de Córdoba y Mendoza.

Cuatro décadas después, muchas de las premisas de aquella primera gestión de la vuelta de la democracia están vigentes y encuentran una continuidad en la actual administración: la orientación del crédito productivo como palanca para el desarrollo, la innovación tecnológica para poner al Banco a la vanguardia del sistema financiero argentino y la integración con otros bancos públicos de Argentina y Latinoamérica permiten establecer un vínculo entre ambos períodos.