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El vivero, uno de los comercios más bellos pero arduos de mantener

Tres viveros de la ciudad cuentan cómo es trabajar con las manos en la tierra. Entre muchos colores y aromas, destacan lo bello que es dedicarse a “un comercio donde la gente va a disfrutar y se pasa mucho tiempo con la naturaleza”.


María José García – Agencia Comunica

 

Emprender o dedicarse al comercio no es tarea fácil. Cada área tiene sus dificultades como así también sus cosas lindas. Con la llegada de la primavera, resulta pertinente hablar de uno de los comercios más agradables que hay en la ciudad, el de las plantas y las flores.

 

Adquirir, regalar o recibir una planta conlleva muchas sensaciones. El proceso de elegir una, ubicarla en el hogar y cuidarla es muy satisfactorio. Y más aún, cuando es un obsequio de un ser querido.

 

Sin embargo, dedicarse de lleno al comercio y la manipulación de las plantas es historia aparte.

 

Natalie Muñoz es hija de los dueños del vivero Los Sauces y también trabaja allí.  Su familia es de raíces portuguesas, lo que ha hecho desarrollar un notable interés por las flores. De hecho, su abuelo fue vicepresidente de la conocida Fiesta Nacional de la Flor.

 

Ella cuenta que su papá fue quien comenzó, desde hace 37 años, con el negocio de las plantas. Es proveedor y productor y tiene estudios afines. “Yo crecí en el vivero, entre las plantas”, dice Natalie.

 

Hace 7 años que están en Olavarría y tienen su vivero familiar entre las calles Roque Sáenz Peña e Independencia. Por su parte, la madre de Natalie es paisajista y realiza tanto diseños de interior como exterior. “Para diseñar somos un equipo en familia, mi papá hace las plantaciones junto con nuestro empleado y nosotras asesoramos”, relata.

 

Para ella, lo más lindo de dedicarse al vivero “es estar con la naturaleza, pasar tiempo con ella. Yo desde chiquita pasaba todo el día entre las plantas. También es lindo compartir algo con mis papás”.

 

Sin embargo, también afirma que “el vivero es uno de los comercios más difíciles de mantener”. Esto se debe a que son muchas las plantas que se mueren, por tormentas, calor u otras condiciones naturales.

 

 

Del mismo modo, Andrea, dueña del característico vivero Iris, concuerda con que “lo más difícil del vivero es el riego y las plantas que son de zona tropical. En invierno se tiran más plantas que en verano debido al frío, además de que la gente no anda tanto y por lo tanto el flujo de venta no es tan rápido. Sin embargo, la labor más pesada es en verano, debido a que las plantas necesitan más mantenimiento”.

 

El local de Andrea está ubicado en las calles San Martín y 9 de Julio. Hace 20 años que se dedica al comercio de plantas. Comenzó con un local muy pequeño y unas cincuenta plantas, sin saber nada del tema.“

 

Yo comencé de sin saber nada, era mi marido quien tenía conocimientos ya que tenían la tradición familiar de trabajar con viveros. Pero desde el primer momento me gustaron muchísimo las plantas”, cuenta.

 

Para poder crecer, Andrea tuvo que estudiar y leer mucho. “Es una profesión en la que se debe saber, y con la experiencia vas aprendiendo realmente a cómo cuidar una planta, porque no es lo mismo leer los consejos que tener el ojo para saber qué le sucede a una planta, si le falta o no riego, si necesita más o menos sol”, explica.

 

El mantenimiento es primordial. “Se debe ser constante durante todo el año. No puedo tomarme vacaciones de dos semanas. Las plantas se deben regar, cuidar, trasplantar. Es sacrificado pero si te gusta, lo vale”, explica Natalie de Los Sauces.

 

Esto es así porque “la planta es un ser vivo, entonces se tienen que tener cuidados especiales. Riego adecuado, limpiar las hojas. Todos los días hay que revisarlas y sacarles lo feo, o fijarte si es necesario cambiarlas de lugar o de maceta. Cuando se enferma una planta hay que curarla con los remedios adecuados”, añade la joven.

 

Regalar una planta es regalar vida

 

Paola Echeverría es dueña del local De Vinos y Rosas junto a su esposo, Esteban. Abrieron en el 2021 durante la pandemia y se destacan por ofrecer plantas, ramos de flores, vinos, velas aromáticas y esencias, entre otras cosas deleitantes para los sentidos.

 

Esta idea de combinación surgió “para empezar a naturalizar que los hombres no solo reciban un buen vino sino también la calidez de un buen ramo o de los aromas”, explica Paola. Lo que buscamos es “romper con la idea de que las flores son para las mujeres y los vinos para los hombres”.

 

 

En De Vinos y Rosas, los clientes pueden elegir las combinaciones pero también optar por combos armados según los gustos de quien recibirá el regalo. Para ello, Paola y Esteban se toman el tiempo de asesorar a cada cliente.

 

En el local, las épocas en las que más se venden combos de regalo son el día de la madre, la primavera, el día de la mujer, el día del amigo, San Valentín y las fiestas. Paola destaca, sin embargo, que “en el día del padre aún no podemos instalar la idea del combo, todavía cuesta desestructurar que para esa fecha se pueda regalar un ramo o una planta junto con el vino”.

 

En cuanto a los cuidados que requiere trabajar con plantas, Paola cuenta que “las flores vienen todas las semanas. Las espero con los baldes y agua limpia y les corto a cada una el tallo de de forma diagonal para que absorban mejor el agua. Además, las conservamos en ambientes cálidos, ni muy fríos ni muy calientes”.

 

Del mismo modo que Natalie y Andrea, “trabajar con flores y plantas genera una atención extra porque hay que prestar atención al cuidado, estar con la tierra, administrar el riego”, concuerda Paola.

 

 

Pero más allá de eso, sostienen que lo más lindo del negocio es “cuando entregamos los ramos y vemos la sorpresa de la gente cuando los recibe. Sobre todo, cuando la familia no está cerca y esa flor es la manera de abrazar con calidez a la persona que la recibe. Es muy emotivo”.

 

Finalmente, lo más lindo de trabajar en un vivero es que “es un comercio lindo, terapeútico. Acá charlas con la gente, que viene a gozar, viene de manera recreativa, a disfrutar de forma tranquila. En un vivero, una atiende amablemente”, concluye Andrea.