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Organizar el “laburo inventado” de las economías populares y el trabajo del MTE

Desde la Cooperativa “Viento en Contra” que planteó la organización para el sector cartonero de Olavarría a las distintas ramas que contienen sectores excluidos del mundo laboral y social. Cuatro años de trabajo y los derechos conquistados.


Alexis Grierson | @alexisdechillar

Del staff de Central de Noticias

 

De una charla “en la que no nos dieron ni bola” con trabajadores cartoneros en la cava de la Virgen de la Loma (que hoy no existe más) a una agrupación que contiene a 300 personas en distintas ramas laborales distribuidas por la ciudad. De conseguir un galpón para acopiar cartón a ejecutar con mano de obra propia trabajos financiados por el Gobierno Nacional en un barrio.

 

El Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) lleva cuatro años en la ciudad con el objetivo de organizar las economías populares más complejas, desde el sector de cartoneros hasta aquellos que salen de prisión tras cumplir sus condenas y aquellos sectores víctimas de los consumos problemáticos.

 

 

Si analizamos en cifras nacionales, nunca en la historia de nuestro país el empleo registrado superó el 56% del total de su población, entre público y privado. “¿Qué pasa con el resto?” se preguntaron desde la agrupación, que muestra la génesis de la Economía Popular.

 

La crisis de 2001 es un ejemplo de aquellos que tuvieron que “inventarse” el trabajo para poder subsistir. Allí nacieron los popularmente conocidos como cartoneros, trabajadores desocupados que, de la basura, separaban el cartón y luego lo vendían por unos pocos pesos para poder comer y vivir. Una labor que se mantuvo en pésimas condiciones de trabajo, de sanidad y de seguridad hasta hace pocos años, cuando se detectó esta problemática a fondo.

 

 

Allí el MTE (nobleza obliga, aún no era el MTE propiamente dicho, pero fue la semilla que se plantó para que la agrupación política aparezca en Olavarría) comenzó a dialogar con los trabajadores, sueltos: “Al principio no nos daban pelota, éramos 5 o 6 compañeros que luego de que se nos ocurrió la idea salimos a charlar con los trabajadores cuando los cruzábamos” indicó Emiliano Llorente, hoy uno de los tantos integrantes del Movimiento.

 

Era una locura pensar que eso podía ser un trabajo remunerado, con condiciones laborales y de seguridad. Incluso para el común social, era una locura pensar que eso era trabajo. “A muchos compañeros que cartoneaban los ayudaban y les decían ‘ojalá consigas un trabajo’ ¿Y qué estaba haciendo en ese momento?”.

 

Siempre en la pobreza, siempre en pésimas condiciones, siempre juntando cartón. Algunos sin documentos, sin absolutamente nada. Solo su laburo para poder comer.

 

 

Hasta que uno dijo que sí. Y quien trabajaba a su lado vio pequeños avances y mejoras laborales y también dijo que sí. De esta forma, de aquella primera foto con dos o tres trabajadores cartoneros se transformó en una red laboral de más de 130 trabajadores, con maquinaria propia, un galpón de acopio y cifras récord de venta de cartón y otros materiales reciclados en la ciudad.

 

De hacerlo con lo que se puede a pasar a tener motos con carros construidos por el Polo Productivo de Liberados, también del MTE. De acopiar el material en sus casas (con todas las consecuencias sanitarias que eso conlleva) a cumplir con un trabajo que le genera ingresos y, esos ingresos, fueron destinados a mejorar su vivienda para poder vivir dignamente. De ganar unos pocos pesos por la importante cantidad de intermediarios a vender de forma directa y tener los ingresos bancarizados en banco Credicoop.

 

 

Dignidad. El trabajo dignifica, y va más allá de inventarse el trabajo. “Es tener obra social, aportes para la jubilación, acceso a la educación, que la comunidad entienda que está colaborando con un trabajador, es organizar un trabajo que ya existía”.

 

Además del ingreso quincenal que perciben los trabajadores, también tienen acceso a un salario social complementario, o lo que se transformó en el Programa Potenciar Trabajo, que permite que los trabajadores puedan tener mayores ingresos, vivir dignamente y además, hacer un aporte al medio ambiente mediante el reciclaje de materiales.

 

El MTE siguió creciendo: en la bancarización de los trabajadores, descubrieron que entre 10 y 20 de ellos no sabían ni leer ni escribir. Eso amplió las bases del trabajo social y político de la agrupación, que destinó sus esfuerzos a alfabetizar a vecinos y vecinas de nuestra ciudad y generar lazos de contención integral, con salud, con educación, etc.

 

 

Allí, también, nació el Polo de Liberados: ¿Quién contiene a aquellas personas que cumplen una condena en prisión y vuelven al mundo social, al mundo laboral? “Está claro que la exclusión es total: ninguna empresa toma a una persona que estuvo presa. Ahí decidimos avanzar” y el MTE creó este Polo que generaba cooperativas de trabajo en varios rubros, desde la construcción pasando por diversas ramas.

 

“Es organizar a un sector que no puede comer y reinsertarlo en la sociedad, algo que nunca sucederá en las condiciones actuales” indicó Llorente en diálogo con este medio. Si bien se hacen abordajes especiales, por momentos la demanda supera todo. Es que la exclusión es importante y la reincidencia por falta de oportunidades es notoria.

 

Es que cada una de las ramas y los sectores que conforman este enorme espacio tiene su propia filosofía. La rama de liberados, justamente, propone una política de seguridad con inclusión y trabajo, con un polo productivo, con unidades productivas gastronómicas, y con hechos: la política llevada adelante tiene un índice de reincidencia del 0%.

 

 

La Rama de Construcción del MTE también fue creciendo con tareas domésticas, con tareas propias para los lugares donde el Movimiento tiene sedes, y fue creciendo no sólo en magnitud sino también en oportunidades: se encuentran realizando, por estos días, el Proyecto de Obra Temprana (POT) de la Secretaria de Integración Socio Urbana (SISU) que consiste en garantizar conexiones de luz y agua intradomiciliarias para el Barrio Matadero. 

 

Es la primera obra de la ciudad gestionada y llevada adelante por los trabajadores de la economía popular y los vecinos de los barrios organizados.

 

 

A eso se le deben sumar dos comedores, las barriadas de “Viento de Libertad” que apuntan al trabajo de contención por consumos problemáticos, y una labor muy compleja donde el Estado, muchas veces, queda afuera.

 

En este punto también aparece una cruda realidad del sector: estigmatización, falta de herramientas, falta de contención en todos los sentidos, incluso desde cuestiones mínimas vinculadas a la salud, así como también lo familiar y el entorno.

 

Los desafíos son titánicos, pero los resultados aparecen: el MTE hoy cuenta con más de 300 integrantes en distintas ramas, con peleas por derechos, reclamos y mucho trabajo, pero con experiencias exitosas y una organización de la Economía Popular.

 

También el proyecto de feriantes de la rama de Espacios Públicos, que visiblemente crece cada fin de semana en el Corsódromo Municipal con diversas propuestas no sólo para poder comprar y generar un círculo virtuoso local, sino también artísticas e integrales, siempre en la búsqueda de la dignidad laboral y la contención de un sector que históricamente fue excluido del mercado laboral.

 

 

Porque a la cárcel no se vuelve nunca más, porque trabajar en la calle no es delito, porque sin cartoneros no hay reciclados. Porque el MTE cree y milita por un mundo sin esclavos ni excluidos. Y Olavarría puede dar fe de ello.