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Meoni y la paradoja argentina

No es el primero y lamentablemente no será el último, la naturalización hace que pasen desapercibidos, pero cada tanto, el fallecimiento de una persona reconocida en un siniestro vial (accidente es otra cosa) viene a recordarnos la necesidad de reflexionar sobre el tema.


Por Marcos Pascua (*)

 

En 2020, cuando todavía no usábamos tapabocas nos generó conmoción la muerte de Brian Toledo, lo que derivó en un abordaje de los medios y de la sociedad de la temática (muchas veces irresponsable), para luego caer en el olvido. Ahora, los siniestros viales vuelven a estar en agenda de todos los medios y en boca de muchas personas, pero seguramente mañana con la primera orina del día muchas personas se olviden.

 

Estadísticas

 

La paradoja de que un Ministro de Transporte en ejercicio de sus funciones sea víctima fatal de un siniestro vial, no es más que un símbolo de la situación de un país donde en el período 2010-2019 según estadísticas de la Asociación Civil “Luchemos x la Vida” murieron 74024 personas en siniestros viales. Justamente ese es el período donde Argentina se comprometió junto con otros países a reducir a la mitad la cantidad víctimas fatales en siniestros viales, objetivo al que no llegó.

 

 

Según el ISEV, por cada 100 fallecidos en 2010, en 2020 se produjeron 96, pero no sólo se trata de fallecidos, en 200 000 siniestros graves que se produjeron en la década, 400 000 personas quedaron heridas, superando ampliamente en 2019 lo sucedido en 2010.

 

Como Mario Meoni, hay entre 6000 y 7000 personas al año que pierden la vida camino al trabajo, viajando por vacaciones o visitando a su familia, pero no hablamos de cada una de ellas como sí lo estamos haciendo en estos días, por eso es que esta muerte tiene que hacernos reflexionar sobre la deuda que tiene el Estado en materia de seguridad vial e invitar a quienes están involucrados en la materia a trabajar de una vez en un plan integral con el objetivo de evitar más muertes en las rutas y calles.

 

El factor humano

 

El 90% de los siniestros viales se producen por causas humanas, dentro de esas causas se pueden encontrar el exceso de velocidad o los sobrepasos indebidos en la mayoría de los casos y si bien la infraestructura es importante, no alcanza. No siempre es efectivo contar con caminos de primera, si sobre ellos van transitar personas con nula formación como sucede en nuestro país, donde cualquier persona, sabiendo conducir o no (¿en serio pensás que con dar una vuelta a la manzana y saber estacionar o saber las señales es suficiente?), puede obtener una licencia habilitante. La educación vial tiene que ser la base para conductores y  conductoras, pero no como una charla realizada por compromiso en la escuela, sino como un proceso de formación para que las futuras generaciones entiendan la responsabilidad que implica transitar la vía pública.

 

Trabajo en conjunto

 

No sólo es responsabilidad del Estado, en la seguridad vial hay otros actores involucrados, como la sociedad, las automotrices, las compañías aseguradoras y claro, la política.

 

En primera instancia, si fuéramos una sociedad con apego a las normas, que no lo somos, por nuestra idiosincrasia y porque como vimos, obtener la licencia de conducir es más fácil que obtener el DNI, no estaríamos hablando de tantas muertes por año. Ahora, si estás leyendo esto y querés saber que podés hacer, te recomiendo que reflexiones sobre tu accionar al volante, si conducís respetando las velocidades máximas, si ponés el guiño cuando doblás, si respetás la prioridad de paso o si cuando llueve disminuís la velocidad de circulación, si empezamos a ser conscientes de nuestras acciones cuando manejamos por sobre la automatización, eso va a ayudar a que nos respetemos más en la vía pública. Por otro lado, las automotrices tienen gran parte de la responsabilidad, te pusiste a pensar ¿por qué fabrican automóviles que pueden alcanzar los 200 km/h (o más) cuando la máxima velocidad permitida en una autopista es de 130 km/h? El Estado debe regular la velocidad de los vehículos desde fábrica para erradicar una de las principales causas de siniestralidad vial, por ejemplo, colocando un limitador de velocidad como tienen los micros de larga distancia o los vehículos que prestan las empresas a sus empleados o empleadas.

 

Las compañías aseguradoras también deben ser parte importante del cambio, no preocuparse por la cantidad de siniestros sólo por la cuestión económica que a ellos les toca, los vehículos no van a dejar de existir y nadie va a dejar de asegurarlos, pero sí debería fomentarse un compromiso para educar a sus clientes en seguridad vial, para hacer públicas sus estadísticas y si no lo pueden entender como una cuestión de responsabilidad social, que lo vean al menos como un beneficio económico a sus arcas, pues a mayor seguridad vial, menor cantidad de siniestros viales, por lo tanto menos dinero les va a tocar poner. Finalmente, la política debe entender que los siniestros viales son una pandemia, lo vienen siendo desde hace mucho tiempo y lo seguirán siendo mientras se utilice este tipo de áreas como una devolución de favores colocando a personas que no tienen compromiso con la temática o que piensan en soluciones que tienen más de estético que de funcional.

 

Hay esperanza

 

Hay ciudades que están comenzando a trabajar en serio con la seguridad vial, Neuquén y Rosario son claros ejemplos de ciudades que están modificando su movilidad para priorizar a las personas en lugar de los autos, pero para cambiar la realidad se necesita de más personas involucradas pensando en la ciudadanía, no es tarde, hay mucho por hacer y cuando suceden hechos de estas características vale le pena recordar la demanda.

 

La gestión

 

No quiero dejar de mencionar que una de las principales banderas del Ministerio del Transporte venía siendo la recuperación de los trenes como medio de transporte, hace pocos meses se anunciaron grandes inversiones chinas en la materia, además de la recuperación de ramales que habían dejado de funcionar y si de seguridad vial hablamos, es fundamental pensar en el desarrollo del ferrocarril. También se habían aumentado las frecuencias del tren Buenos Aires-Mar del Plata. Además, en Olavarría se inauguró hace pocos meses una oficina de la CNRT. Ojalá se continúe por este camino.

 

(*) Ingeniero Civil – Tesista en Seguridad Vial – Promotor Comunitario de Seguridad Vial.