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El celular al volante mata

Por Marcos Pascua (*) 


La conducción muchas veces se basa en creencias personales o en conductas arraigadas de nuestra cultura, los resultados de esta forma de concebir el manejo están a la vista en la vía pública con los siniestros que ocurren a diario.

 

Una de las principales causas de accidentes viales, generalmente en las ciudades, son las distracciones como el uso del teléfono celular. Esta mala práctica es una de las que va en aumento, que ya es peligrosa por sí misma, pero suele ir en conjunto con velocidades altas y desaprensión a otras normas, formando un cóctel peligroso.

 

Los celulares se han incorporado tanto en nuestra vida que estamos pendientes de ellos durante gran parte del día, parece que las notificaciones que recibimos no pueden esperar y deben ser observadas en forma casi instantánea. El celular se ha incorporado de tal manera que parece que es una extensión de nuestro cuerpo y que no genera distracciones usarlo.

 

¿Conducirías con los ojos vendados?, o ¿te subirías a un vehículo donde el conductor se encuentre con los ojos cubiertos? Probablemente no o al menos no debieras hacerlo.

 

Está comprobado que cuando un conductor mira al teléfono durante 3 s, circulando a 40 km/h que es la velocidad máxima permitida en una calle, recorre 33 metros a ciegas. Sí, casi media cuadra, donde quien conduce pierde atención a un entorno cambiante como lo es el urbano. Claro que no sólo aplica a automóviles, también en otros usuarios de la vía pública. En el caso de los peatones realizar la misma acción lleva a que recorran 14 metros a ciegas.

 

La utilización del “manos libres” tampoco es la solución, aunque no parezca, utilizar este sistema conlleva a la distracción. La Universidad de Tecnología de Queensland aseguró que, durante una conversación “manos libres” a 40 km/h, los o las conductoras necesitan 11 metros extra para detener el vehículo en comparación a cuando no se desarrolla ninguna charla. Datos que aportan otros informes apuntan a que “tras minuto y medio de hablar por teléfono (incluso manos libres) el conductor no percibe el 70% de las señales, su velocidad media baja un 12%, el ritmo cardíaco se acelera bruscamente durante la llamada y se tarda más en reaccionar”.

 

Entonces, también ¿debería prohibirse hablar con el acompañante? Aunque parezca, no es lo mismo, el hecho de utilizar el “manos libres” lleva al cerebro a imaginarse a la persona con la cual está hablando, lo que lleva inconscientemente a un nivel de abstracción que provoca la distracción, en cambio el acompañante está ahí, no necesitamos imaginar nada. El riesgo que conlleva hablar por celular, aún con “manos libres”, se puede considerar similar a la de conducir bajos los efectos del alcohol.

 

Existen dispositivos que no permiten el uso del teléfono celular para hablar o enviar mensajes mientras se conduce, como por ejemplo llaves que al encender el auto inhiben la señal del dispositivo que se restablece cuando el auto se detiene por completo. No son dispositivos costosos, que lograrían evitar muchos siniestros.

 

De todas formas, lo importante es entender que las prácticas culturales por más arraigadas que estén pueden ser cambiadas y eso depende de cada uno de nosotros como ciudadanos y ciudadanas. Aunque sea un accionar cotidiano, conducir es una tarea que necesita de toda nuestra atención, para eso es imprescindible tener las dos manos en el volante, la cabeza libre y todos los sentidos puestos en la conducción.

 

(*) Ingeniero Civil – Tesista en Seguridad Vial – Promotor Comunitario de Seguridad Vial.