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El triunfo de miles de conciencias

Por Eugenia Del Campo (*)


Mientras escribo esto hay una mujer abortando. Una que yo sepa, porque estoy al pendiente de que esté bien, no esté sola ni asustada ni en peligro, o sea, que esté cuidada.

 

En lo que va de la pandemia las Socorristas de Olavarría vamos acompañando a 250 mujeres -hoy 251- y a nivel nacional, en lo que va del año acompañamos a 13.408 mujeres, lesbianas, no binaries y varones trans en sus decisiones de abortar.

 

Tantas veces escucho su desesperación…algo salió mal, que se pinchó el preservativo, que me juró que acababa afuera, que no sé qué paso, que en la salita el inyectable trimestral no fue enviado, que me olvidé las pastillas, me hacen mal, que mi obra social no cubre el implante, que el medico se negó a hacerme la ligadura tubaria aunque se lo pedí en el segundo y ya voy por el cuarto.

 

Hasta ahora el Estado abandona. A pesar de que hace más de 30 años feministas vienen reclamando un derecho fundamental: el de ser persona, persona a la que le asistan derechos, derecho a la vida, a su vida, a su proyecto de vida.

 

Un Estado que en medio de esa desolación juzga, castiga y criminaliza. Entonces la mujer es angustia, miedo, desolación, abandono. Y la sociedad que da la espalda o peor, juzga, increpa, ataca, invisibiliza a esa mujer que se transforma en envase, portadora.

 

Frente a esta escenografía conocida, transitada, resistida, frente -entre– mezclada, atravesadas, aparecen las redes, redes de amigas, mujeres, hermanas, activistas, profesoras, medicas, enfermeras, más amigas, Socorristas.

 

Estamos a días del nuevo tratamiento del proyecto IVE en el congreso de la Nación. Se aborda como una cuestión de salud pública, desde un modelo médico que pone en el centro al médico y su privilegio a objetar invocando libertad de conciencia. Conciencia que al parecer administran ellos, los que objetan porque los que sí acompañan son hasta ahora, juzgados, desplazados, explotados.

 

Objeción que sabemos está presente en la mayoría de las legislaciones mundiales en materia de IVE: solo Suecia, Finlandia, Islandia y Venezuela no la incluyen.

 

Se va a tratar el proyecto y estamos felices, sí, porque es un logro. Nuestras luchas nos trajeron hasta aquí, es el triunfo de miles de conciencias que acuerpadas empujamos obstinadamente año tras año.

 

Si bien el proyecto del Ejecutivo lo plantea como una cuestión de Salud, nosotras lo entendemos como una cuestión de derechos de dignidad, de respeto a las autonomías de esa persona mujer que decide cómo resolver sus dilemas.

 

¿Será que finalmente la democracia saldará su deuda?

 

Como dos caras de una misma moneda, se presenta al mismo tiempo el proyecto de los mil días.

 

(*) Antropóloga social, socorrista.