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La crisis en Perú en la mirada de una olavarriense

Guillermina Marchetti es ingeniera civil y desde el año pasado se encuentra en el país Inca. Le tocó atravesar no sólo la pandemia, sino una crisis política que vio tres presidentes en cuestión de días.


“Me hizo acordar un poco a lo que pasó en Argentina en el 2001”. Guillermina Marchetti es una ingeniera civil olavarriense que desde principios de año se encuentra trabajando en Perú. Más allá de los desafíos académicos y profesionales, sumado a los culturales que intuyó cuando cargó sus valijas e ilusiones en Ezeiza, le tocó atravesar y ver situaciones que jamás imaginó. “Tuve un año complicado, de pandemia, de crisis política”, soltó con una sonrisa en una videollamada con Central de Noticias.

 

Terminé el doctorado el año pasado, acá estoy trabajando en el Centro de Investigación de Cemento y Concreto. Es un centro en el que hacemos investigación para una cementera de acá de Perú, y a su vez el centro está adentro de una universidad, Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC), donde el primer semestre del año estuve dando clases”, explicó la ingeniera olavarriense, quien decidió probar experiencia en el país incaico tras el consejo de su codirector en la tesis doctoral, el ingeniero Fabián Irassar.

 

 

Su estadía en Perú se inició prácticamente con el 2020. Tan solo semanas después llegaría a América la pandemia de coronavirus que aún hoy plantea el interrogante de cara a futuro. Aquel país fue uno de los más golpeados de la región, en la actualidad cuenta con alrededor de un millón de casos y más de 35 mil muertes. “Acá fue bastante rígido los primeros meses. Nos encerraron, enseguida hubo toque de queda total, no se podía salir a ningún lado”, narró acerca de las medidas de confinamiento.

 

“Fue tremendo. A pesar de que la cuarentena fue muy estricta, fue muy complicado”, añadió y ubico dos factores clave para explicar el porqué de esa situación. Por un lado el transporte público, “que es muy deficiente”, expresó. Vale destacar que ella reside en Lima, precisamente la capital peruana. El restante, la actividad en los mercados, donde la gente concurre a diario a abastecerse, que se convirtieron en los principales focos de contagio. “Sobre todo en los sectores más vulnerables, que viven con el día, hay mucha diferencia de precios en lo que es un hipermercado a ir a comprar al mercado al barrio, es tremenda la diferencia de precios”, agregó.

 

Crisis política

 

No obstante, fue también la política lo que en las últimas semanas hizo que las miradas de toda la región se focalicen en Perú. Ha sido tal la crisis que en cuestión de 9 días tres personas distintas se pusieron la banda presidencial, fue por ello que no escasearon las referencias o comparaciones con lo que sucedió en nuestro país a principios de siglo. Todo acompañado por una fuerte crisis social y manifestaciones, marco en el que además se registraron muertos y desaparecidos.

 

 

“Me hizo acordar un poco”, señaló cuando se le consultó acerca de esas comparaciones. Pero Guillermina ubicó un factor clave que allá por 2001 no existía, o que al menos para estas latitudes era apenas incipiente, que son las redes sociales. Según subrayó, toda la convocatoria para las movilizaciones se llevó a cabo ya sea por Twitter, Facebook o Instagram. Y allí también posicionó otro actor clave, la juventud. “Quienes lideraron toda esta movida de la marcha fueron fundamentalmente los jóvenes”, expresó.

 

Por estos días el presidente interino es Francisco Sagasti, quien -en caso de no darse una nueva revuelta- ostentará el poder hasta las elecciones generales pautadas para el mes de abril de 2021. Pero, hace tan sólo algo más de una semana el presidente era Martín Vizcarra, quien fue destituido por el Congreso debido a una serie de denuncias de corrupción en su contra. Su cargo fue ocupado por Manuel Merino de Lama, todo enmarcado en un estallido social que hizo que 6 días después renunciara a la presidencia.

 

 

“Una locura que en plena pandemia, con un golpe tremendo en la economía, sacaran al presidente de esa manera”, expresó la ingeniera olavarriense a medida que repasaba cómo en balcones, autos o pintadas la sociedad peruana hizo ver su descontento y rechazo hacia la figura de Merino. “La gente se hizo notar, se hizo escuchar, está cansada de la corrupción”, agregó.

 

Sobre Sagasti consideró que “tiene un espíritu bastante conciliador, fue bien aceptado. Esperemos que al menos haya paz hasta esa época cuando puedan elegir a un presidente”. “Es importante destacar, y es lo que estamos viviendo en Latinoamérica. El pueblo no se calla más, sale a manifestarse, a hacer valer sus derechos, eso es lo más importante e interesante para mí, sobre todo los jovenes”, finalizó.

 

“Voy a ver si puedo recorrer un poquito”

 

La pandemia sin dudas complicó también cualquier plan vinculado a conocer un país sumamente rico en cuanto a lo turístico. El lugar donde reside, en el distrito del Barranco, es cercano al conocido Malecón de Miraflores, es decir las costas con el océano Pacífico, por lo que su deseo es ahora adentrarse en la parte continental peruana, donde se encuentran bellos paisajes y toda la historia de la civilización Inca.

 

“Ya saqué mis ticket con tiempo”, dijo sobre el plan de ir a conocer Machu Picchu, que reabrió sus puertas en noviembre. Los protocolos y medidas sanitarias hacen que el cupo de turistas sea aún más reducido. “Voy a ver si puedo recorrer un poquito”, se ilusionó.

 

 

“Estoy enamorada de Lima, quiera quedarme, me encanta. Me han tratado siempre muy bien, muy contenta con la gente peruana. Amo la comida peruana, viviría comiendo ceviche”, enfatizó sonriendo.

 

Por último, sobre su regreso a la Argentina señaló que será en enero y que seguirá investigando y trabajando en la Facultad de Ingeniería de nuestra ciudad, donde no sólo tiene un cargo docente, sino además una beca postdoctoral de Conicet. “Pese a todo estoy muy agradecida de lo que estoy viviendo acá y de poder seguir investigando allá”, finalizó.