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Empatía y resistencia para mirar al futuro

Por Alejandro Cellillo (*)


Desde que el Coronavirus irrumpió en nuestras vidas este año, nos puso a prueba a todos. Familiares, amigos, vecinos, políticos, empresarios, trabajadores, a todos.

 

De entrada, nos enfrentamos a una fuerte incertidumbre. Tuvimos que ejercitar la paciencia, la templanza, el valor y la capacidad de adaptación. El virus nos obligó a encerrarnos y distanciarnos de nuestros seres queridos.

 

Con el paso del tiempo fuimos aprendiendo cómo cuidarnos, tanto a nosotros mismos como al resto. Barbijo, alcohol en gel y distancia social forman parte de nuestra rutina. Si nos falta alguno, nos sentimos incompletos.

 

Actualmente todo parece indicar que lo peor ha pasado. Lo único que puede cambiar el porvenir sería una nueva ola de contagios o, lo que el mundo espera, la vacuna. A propósito, respecto a las polémicas recientes, debemos tener en claro dos cuestiones: que sea segura y eficaz. Privilegiar el rigor científico en detrimento de la politización.

 

Dejamos atrás una sufrida etapa de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio en la que fuimos testigos de una gran cantidad de gente que entendió rápidamente lo que sucedía. La empatía afloró en muchas personas que, con mucho sacrificio, comprendieron que la salida es el esfuerzo conjunto. Hablo de médicos, enfermeros, camilleros, voluntarios, trabajadores municipales, docentes, también funcionarios y militantes.

 

A lo largo de esta pandemia he visto a personal de la salud cumpliendo diversas tareas por incalculable cantidad de horas. Municipales difundiendo y explicando medidas a vecinos por las calles. Fuerzas de seguridad solicitando permisos bajo lluvia en la ruta. Voluntarios y militantes siempre dispuestos a colaborar en lo que sea.

 

Además de esa empatía, pudimos observar una capacidad de resistencia feroz. Por parte de emprendedores, pequeñas y medianas empresas, comerciantes y sus trabajadores. La imposibilidad de movernos libremente, generó una crisis muy fuerte con severas pérdidas en diferentes industrias. Las chimeneas y la productividad se apagaron.

 

El virus y la cuarentena afectaron gravemente a quienes diariamente confían en su fuerza de trabajo. Aquellos que forman parte del corazón de la economía e invierten recursos y creatividad para que el país funcione. Para que la Argentina crezca.

 

No obstante, no tengo dudas de que estas virtudes: empatía, resistencia, paciencia, valor, templanza y capacidad de adaptación, que vimos en tantos compatriotas, serán las bases para continuar. Desde donde podemos construir una nación mejor, capitalizando aprendizajes. Mirando al futuro distintos, pero con la misma esperanza.

 

(*) Senador UCR – Ex intendente de General Alvear – Médico