Incendio en el comité de la UCR: La reconstrucción
A poco más de 7 años del impactante incendio en el histórico edificio del comité de la UCR de Olavarría, la reconstrucción es un hecho. En paralelo las historias, el dolor y la conmoción continúan tal como esa primera vez. Tres protagonistas radicales –de esos días y de hoy- hicieron una línea de tiempo hasta la nueva construcción que avanza.
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“Entremos por acá, la llave la tiene el albañil”, se sonrió y señaló un viejo chapón que por lo arqueado que está delata que hace ya un tiempo que es utilizado como acceso alternativo. Francisco González, Pancho para la mayoría, es el actual presidente del Comité Radical y nuestro anfitrión en la casona ubicada sobre 25 de Mayo entre General Paz y San Martín. Al ingresar la imagen es desoladora, casi nada queda de lo que supo ser. Apenas el fogón del fondo y las pintadas sobre uno de los laterales, el resto es escombros y destrucción.
Siete años pasaron ya de aquella fatídica madrugada en la que fuego arrasó con todo. En ese derrotero debe decirse que también hace ya un lustro que la Justicia Federal decidió archivar la investigación al no recabar elementos contundentes que hubieran permitido avanzar sobre presuntos culpables y, menos aún, sobre las intencionalidades de un ataque ocurridos a días de una elección. “Cada vez que uno se acuerda de eso duele, duele muchísimo, y duele muchísimo pensar en qué intenciones se tuvo también con generar ese incendio”, enfatizó el propio Pancho minutos después.
Previo a ello, y con un tono diametralmente opuesto, mostró los avances en las obras de lo que será la nueva sede del partido Radical. Se trata de la escalera y el entrepiso, además de columnas y estructuras que sostienen el nuevo techo. El ambicioso proyecto contempla un edificio nuevo y moderno. “Todo tuvo que empezar con una demolición, no se podía conservar la estructura del comité, logramos poder mantener la fachada, que no es menor, pasar por fuera y ver la fachada todavía trae ciertos recuerdos que son imposible de ocultar”, explicó.
“Uno siente olor a quemado y me trae ese recuerdo”
Las conversaciones son constantes, la mayoría se inician con los recuerdos que les origina el lugar. Señalan las esquinas donde transcurrió la anécdota, más allá que su índice esté dirigido hacia piedras, tierra y vacío. Para el inicio de la nota en sí ya somos algunos más. Se sumaron Franco Cominotto y Martín Lastape. En aquel entonces el primero supo ser parte de la lista que participó de las elecciones, Martín, por su parte, era el presidente del Comité. Todos tienen para decir y rememorar.
Fue precisamente Lastape, actual concejal por el bloque UCR, una de las primeras personas en llegar a la sede aquella noche de agosto de 2013. “Fue un sábado, había tenido una cena. Habíamos estado trabajando acá en el Comité hasta las 10 de la noche, luego me había ido a una cena. Me estaba acostando a dormir, una de la mañana, y me llega un llamado de Federico Arnau, que en ese entonces era el presidente de la Juventud, y me dice que se estaba prendiendo fuego el Comité. Lo primero que pensé, sábado a la noche, él estaba con los chicos, ‘no me jodas’, le digo. ‘En serio’, me dice, ‘estoy acá en la puerta del Comité, se está prendiendo fuego’. Me vestí como estaba, salí corriendo, agarré la moto y llegué, no sé, en tres minutos. Ya estaba Bomberos y cuando llegué veía las llamas por encima del techo”, recordó.
La prisa para su arribo no era únicamente por tratarse del presidente, sino además por tener el juego de llaves. Tal es así que ingresó a la casona en llamas para intentar abrir distintas puertas que permitieran atacar de frente a las llamas. Sin pensarlo dos veces, o quizás sin tomar dimensión de lo que sucedía, atravesó ese umbral para ayudar de la manera que pudiera o le saliera. “Uno no reacciona hasta el día después. Fue tan rápido que uno no siente frío, no siente miedo, no siente nada”, explicó. “Después cae y siente impotencia, bronca, y cuando te enteras cómo fue, que no fue algo casual, sino que hubo intención, mucha intención de prender fuego y quemar las cosas es peor, más bronca y no sabes cómo actuar y con quién agarrarte, no sabes qué decir”, completó segundos después.
Mueve sus manos a medida que va relatando lo que vio y sintió. Con tal precisión y detalle lo cuenta que sus dedos parecen delatar la forma o inclusive tocar lo que describe. Sin embargo, son sus ojos, lo único que el barbijo deja ver de su rostro, los que más lo exponen y revelan lo que le sucede mientras repasa sus recuerdos. “Era algo de no creer, verlo después todo quemado, sacar las cosas y haber perdido toda la historia escrita, los cuadros. Esa sensación de que perdimos parte de la historia nuestra”, expresó.
El dolor se hizo aún más palpable cuando la pregunta fue una suerte de síntesis o más bien la imagen en su mente de aquella noche. “La imagen es la más fea, la del fuego quemando todo. Esa imagen que ves la llama y ves los bomberos entrando y saliendo y no pudiéndolo apagar, y entrás y sentís el calor que había adentro, el olor, no tanto la imagen sino el olor a quemado. De hecho hoy siento olor a fuego, a humo y me trae ese recuerdo siempre, es algo que uno siente olor quemado y me trae ese recuerdo, el del Comité en llamas”, concluyó con la voz completamente quebrada y los ojos vidriosos.
Se trata de un recuerdo, o más bien un dolor, que los interpela en todos los sentidos. Tal es así que Franco Cominotto también retoma aquello del olor a hollín como una marca de por vida. No importa el contexto o momento, el recuerdo siempre los conducirá a la noche de hace 7 años. “Ese día fue terrible, escuchar hoy hablar del comité y vuelve ese olor a paredes quemadas, a papel, un montón de sentimiento que a nosotros nos llegan muy al fondo de nuestro corazón”, señaló.
“Era un desastre”
Franco Cominotto era candidato a senador en las elecciones primarias a celebrarse el domingo 11 de agosto de 2013. Compartía boleta y espacio con Alejandro Cellillo, intendente de General Alvear en aquel entonces, y por esa razón se encontraba a algo más de 100 kilómetros de nuestra ciudad. “Habíamos tenido el cierre de campaña en uno de los principales clubes de General Alvear. Nos habíamos ido a acostar, era el primer viaje que hacía con mi familia. En ese momento Ciro, que es mi hijo más chico, había viajado por primera vez con nosotros en una campaña. Éramos Ciro, Bruno y mi señora”, detalló a medida que daba cuenta que también Federico Arnau fue el que les comunicó la noticia.
Inclusive reconoció que al principio todo fue incredulidad y hasta desconfianza, temiendo -o quizás queriendo creer- que todo se trataba de una broma pesada. Luego refirió que tras esa comunicación fueron continuos los mensajes y llamadas tanto a él como a su pareja, Belén Vergel, también referente del espacio. “Agarramos el auto, vestimos los nenes y nos vinimos para acá”, añadió a medida que reconocía que movilizados por el impulso quizás fueron “un poco irresponsables” en la postura de tomar la ruta a esa hora de la madrugada. “Llegamos, frenamos en la esquina de San Martín y 25 de mayo y era un desastre”, continuó.
“Mucho tiempo pasamos acá adentro. Más allá que para algunos pueda ser un edificio, nosotros acá tuvimos experiencias de vida, experiencias de militancia, amigos, familiares”, enfatizó. Eleva la mirada a la par de los brazos y subraya que “para los que amamos el radicalismo ‘el Comité de la 25’ es una cosa muy particular. Es una historia, es lindos momentos, victorias, derrotas, pero todos juntos”, buscando poner en palabras aquello que le genera ese espacio.
Por último, no quiso dejar pasar la ocasión para emitir dos mensajes. Uno de agradecimiento. “El acompañamiento que tuvimos ese día y el día posterior, y no era una cuestión electoral. Vinieron peronistas, socialistas, conservadores, de todos los colores y vinieron a apoyarnos, a darnos una mano, una palabra de aliento y hubo una solidaridad de Olavarría para el radicalismo y eso lo valor”. El restante, de esperanza. “Todos los que soñamos, todos los que trabajamos, todos los que queremos esto, tenemos la esperanza de reconstruirlo, no para nosotros, sino para los que vengan. Reconstruirlo para toda la ciudad de Olavarría, no sólo para los radicales. Tengo la esperanza de que este año sea el último que lo recordemos sin estar en casa”, concluyó.
“El dolor está siempre”
Francisco González en aquel entonces, tal cual él mismo lo describe, era un “militante de segunda o tercera línea” y con ello explica que la noticia la recibió algunas horas después, situación que no hizo mermar su dolor e indignación por lo sucedido. “Difícil hasta que uno lo ve darle dimensión a lo que había pasado, una cosa es lo que uno se crea en la cabeza cuando se entera de la noticia y otra cuando llega al lugar y ve ese lugar que tanto conocíamos en lo que se había convertido”, explicó.
“Fue muy impactante, en un principio creíamos que era algo menor, más chico, pero fue terrible verlo de esa manera. Entrar, ver cómo había quedado todo, enterarse que ese lugar ya no iba a ser más lo que había sido”, continuó.
Desde muy joven comenzó a frecuentar ese edificio, una vocación de militancia que creció con el correr de los años, principalmente cuando cursó sus estudios en la Facultad de Ciencias Sociales. A partir de allí comenzó a ganar una notoriedad que luego cimentaría su actual rol dentro del espacio, nada más y nada menos que el presidente del Comité durante el proceso de recuperación de ese espacio. Mientras repasa los plazos de la obra señala que “todas las etapas son generadoras de recuerdos”.
“Estamos con la seguridad y convicción que pronto vamos a volver a este Comité. Fue una decisión de la gente que está hoy en el partido, que ha aportado y está trabajando para tener ese sueño mucho más cerca. El dolor está siempre, no se va a ir nunca, pero al mismo tiempo agradecimiento, sentir el acompañamiento y la solidaridad de muchos vecinos, afiliados, reconforta”, concluyó.