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Andrés Malamud y el posible “radicalismo como actor principal” de la oposición

Una entrevista con el politólogo olavarriense: la actualidad de la UCR y de Juntos por el Cambio, qué esperar del año electoral y el primer hito en Río Cuarto, las reformas que necesita el país. Lousteau, Manes, Vidal, Galli.


El politólogo olavarriense brindará una charla el lunes para hablar sobre el futuro de la UCR. Con ese punto de partida, habló con Central de Noticias para trazar un panorama del escenario político nacional.

Qué esperar del año electoral y el primer hito con los comicios en Río Cuarto, las reformas estructurales que necesita el país. Y algunos nombres como Martín Lousteau, Facundo Manes, María Eugenia Vidal, Ezequiel Galli. Y además, su candidatura en las internas de la UCR y el domicilio en Olavarría.

-¿Cuál es el futuro del radicalismo?

Durante 70 años el campo político argentino se dividió en dos: el peronismo y el no peronismo. El radicalismo hegemonizaba el sector mayoritario del campo no peronista. Después de la crisis de 2001 con el colapso que fue adjudicado al radicalismo con alguna razón -digo alguna porque la convertibilidad venía de gastada de antes-, el radicalismo se desintegró manteniendo su arraigo en el interior, pero desapareciendo en el AMBA que era en parte su núcleo. Con el tiempo fue reconstituyendo eso y hoy tiene a dos figuras: una porteña, Martín Lousteau, y una bonaerense, Facundo Manes, que podrían dar lo que faltó durante todo este tiempo que es conducción.

Tiene arraigo territorial con intendentes, senadores, gobernadores, pero no tiene conducción central. Mientras tanto la reconstitución del no peronismo se realizó a través de una alianza donde el radicalismo era una parte y no la suprema. ¿Qué significa esto? La reconstitución del campo no peronista se produce con el radicalismo como partenaire, actor secundario.

Y en este momento el desgaste del Pro y el surgimiento de líderes propios del radicalismo torna posible pensar al radicalismo como actor principal, como protagonista e incluso líder del espacio no peronista.

-En el ámbito de la provincia hay convocadas elecciones de la UCR y aparecen otras dos figuras, Gustavo Posse y Maximiliano Abad. ¿Cómo las ves y qué proyección tienen?

Gustavo posse es un gran intendente, líder tradicional del radicalismo, pañuelo celeste. Maxi Abad es un joven dirigente, un líder joven, y pañuelo verde. Así que los destaca en uno la experiencia y cierto conservadurismo. Y en el otro, la novedad y un cierto progresismo.

-A su vez también vos estás participando en estas elecciones con la lista de Abad. ¿Es novedosa esta situación de participar de las elecciones partidarias no viviendo en el país?

Nunca jamás en mi vida hice el cambio de domicilio. Nunca voté en Portugal, solo voto cuando estoy en Olavarría. Si no estoy en Olavarría no voto. Pero además, la pandemia nos iguala a todos: yo hace 8 meses que vivo en Zoom. Por supuesto que quisiera estar recorriendo las calles de Olavarría, pero si lo hiciera no encontraría mucha gente. Así que la pandemia me permitió estar mucho más cerca, mucho más próximo y más presente que los 17 años anteriores en los que iba dos o tres veces por año, pero no conseguía tener esta cercanía.

-Hablemos de otra situación novedosa. Este sostenimiento de Juntos por el Cambio más allá de la derrota electoral. ¿Qué nos dice de la situación partidaria argentina este sostenimiento?

Lo digo con una comparación con Chile y Perú que fueron noticia, Perú la semana pasada y Chile el semestre y el año pasado. Tienen cuentas macroeconómicas maravillosas, con equilibrio fiscal. Perú tiene un presidente del Banco Central que está hace 14 años en el cargo mientras pasaron 7 presidentes. Y sin embargo, la política está rota. Hay estallido social en Chile; inestabilidad política institucional en Perú. En Argentina es al revés: está rota la economía y estabilizada la política. En parte está estabilizada por esta reconstrucción del bipartidismo. Nos puede gustar más o menos pero lo que hay en Argentina es bipartidismo efectivo. Hay dos candidatos a presidente que suman el 88% de los votos. Y ofrecen alternativas, porque hay algunos países donde hay dos partidos muy parecidos que compiten y no satisfacen, entonces la gente explota por afuera. En Argentina hay dos partidos diferentes que ofrecen alternativas y acumulan la mayor parte de los votos. Quiero ser claro: no hay garantía de que esto no se rompa, pero por ahora lo que observamos es más reconstrucción que destrucción. La parte buena de esta reconstrucción del bipartidismo es que estabiliza la política. La parte mala es que dificulta las políticas. Favorece la estabilidad pero no favorece la reforma. Y Argentina necesita reformas.

-¿Cuáles son las centrales?

Son tres y van de la mano: tributaria, laboral y previsional. La previsional, porque un gobierno detrás del otro cambia la fórmula. En realidad lo que pasa es que Argentina le dedica a la jubilación 10% del PBI; países similares le dedican la mitad. Lo que Argentina le dedica a la jubilación es como un país europeo. Los países europeos son viejos y ricos. Argentina rica no es y vieja no se puede permitir el lujo de ser, tiene que invertir más en la juventud. Mientras tanto la juventud no tiene escuela (aunque eso sea otra conversación) y más de la mitad de la pobreza es juvenil. Argentina hace la inversión equivocada: no hay que abandonar a los viejos, pero la prioridad tienen que ser los chicos. Todos los gobiernos mienten y dicen que van a reformar la fórmula para que haya justicia previsional, pero lo que tratan de hacer es pagarle menos a los jubilados aunque nadie tiene la cara para decir la verdad.

La segunda es la laboral. Es muy simple: las empresas que tienen que invertir no pueden pagar despidos, lo tiene que pagar el estado. Hay un sistema muy moderno, el austríaco, donde los trabajadores se llevan los beneficios cuando cambian de trabajo e inclusive si van al desempleo no se quedan sin protección. Hay que buscar un mecanismo que permita que las empresas contraten y despidan con libertad sin desproteger al trabajador. Se llama flexiseguridad en el mundo escandinavo.

La tercera es la tributaria. Argentina es de los cuatro países que tienen presidencialismo federal -junto con Estados Unidos, México y Brasil-, el único en el que el presidente tiene que ponerse de acuerdo con los gobernadores para discutir políticas nacionales porque los impuestos están entrecruzados. Un nivel recauda -el nacional- y otro gasta -el provincial-, entonces los gobernadores son rehenes fiscales de los presidentes, y ningún federalismo funciona bien así. De hecho los demás países no tienen este problema. Hay que reformar el sistema, lo manda la Constitución de 1994. Hace 26 años que incumplimos la constitución.

-Esta semana fue el Zoom con la ex gobernadora Vidal en la séptima y tuviste unos conceptos interesantes para Ezequiel Galli…

Le dije que seguía las huellas de los grandes intendentes.

-¿Y qué significa?

Lo que siempre me llamó la atención de (Helios) Eseverri fue la capacidad de aprendizaje y, por lo tanto de rectificación. La famosa frase de él cuando perdió en 1987: “qué hay que hacer para ganar una elección si yo hice un gobierno que pensaba que era bueno y la gente pensó otra cosa”. Fijate si no aprendió que cuando volvió no paró de ganar hasta que murió. Lo que observo en Ezequiel es una similar capacidad de aprendizaje y rectificación: no es alguien que no se equivoca sino alguien que aprende de los errores.

-¿Cómo la ves a Vidal, qué rol está tomando?

Me da la impresión de que está disfrutando de su ambigüedad. En este momento puede ser candidata a diputada (a gobernadora ya dijo que no), pero podría ser candidata a jefa de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Tiene un potencial enorme, pero este potencial la desdibuja porque a la gente en el fondo no le gustan los especuladores. Y que ella no sepa responder si va a ser candidata en capital o en provincia es una especulación.

-¿Qué escenario se presenta para 2021 y qué tenemos que mirar respecto al año electoral?

En 2021 no hay una elección nacional sino 24 provinciales. No hay ninguna lista completa, pero habrá una lectura nacional del resultado bonaerense así que, inevitablemente, hay que mirar el resultado de la provincia que tiene el 40% de los argentinos.

Eso va a decir primero qué base de estabilidad tiene el gobierno nacional y provincial. Y segundo, por dónde viene el desafío de la oposición.

Si el Pro se consolida con los líderes que tiene, si trata de engendrar líderes nuevos por ejemplo importando a Santili de la capital, o si consigue imponer finalmente un intendente como líder provincial. O si el radicalismo se queda con ese lugar, en el caso de que Facundo Manes decida bajar a la cancha. La otra provincia que hay que mirar siempre es Córdoba porque es la única en la historia que definió una elección presidencial: en 2015 si sacás a Córdoba y gana Scioli. Ahí es muy importante y hay un anticipo ya dentro de una semana en Río Cuarto.

-¿Qué se espera de eso?

Lo que uno espera es que gane el oficialismo que gobierna el país y la provincia. Pero me parece que el candidato radical, que es un médico que tuvo Covid-19 y lo superó, está haciendo una gran campaña. Sí sale fortalecido aunque pierda te dice dos cosas. Primero que hay equilibrio político en Argentina y segundo que el Pro no es necesariamente quien lidera la oposición.