ControlAR
¡Bienvenidos y bienvenidas nuevamente! Este domingo hablaremos de la importancia de los controles viales.
Por Marcos Pascua (*)
¿Te quedaste pensando con las columnas anteriores? Espero que sí, esa es la idea y esta cuarta columna no será la excepción. ¡Sí! Vamos por la cuarta, ya hablamos de los números de la accidentología vial, sus causas y en la columna anterior comenzamos a transitar el sendero de los planes a largo plazo para afrontar el desafío, ahí, justo cuando hicimos referencia a GOT, antes de comenzar a hablar de legislación y hoy vamos a hablar de la importancia de los controles.
¿Es importante controlar? Sí, en la idiosincrasia argentina es fundamental. Además, como te conté en la nota anterior, de nada servirá contar con una legislación de primera sino se vela por su cumplimiento.
Si hacemos referencia una vez más a la COVID 19, es necesario saber cómo se trasmite el virus para tomar los recaudos necesarios y así evitar contagiarse. En el caso de los siniestros viales, debemos saber cuáles son las causas para que los controles se enfoquen allí.
¿Vamos a un ejemplo?
Si venís siguiendo las columnas, sabrás a esta altura que uno de los principales problemas es el exceso de velocidad, por lo tanto, los controles que se realizan deberían direccionarse en este sentido.
¡Pues no mi ciela! Vamos a ver los motivos.
Los controles ¿previenen o recaudan?
Gran parte de los controles que se montan en ciudades y rutas persiguen como objetivo aliviar las arcas del Estado, entonces cuando el objetivo es recaudar, qué te parece que importa más, ¿infraccionar a todo mundo o enfocarse en las causas de los siniestros? Cuántos controles de rutina son “famosos” porque aun cuando no cometiste ninguna infracción, se busca el motivo para que te vayas con una multa. Cuando el objetivo es recaudar, toda infracción da lo mismo.
¿Te parece que las consecuencias de una persona que circula de día por una ruta nacional con las luces bajas apagadas, serán las mismas de aquella que circula por la misma ruta a 170 km/h? o de aquella que conduce de forma temeraria haciendo sobrepasos en lugares donde no está permitido. La primera es la que menor probabilidades de causar un siniestro tiene, mientras que las probabilidades aumentan exponencialmente en los siguientes dos casos. Tal vez en 20 años, cuando las víctimas fatales sean de 2 dígitos podemos infraccionar al señor o a la señora que se olvidó de prender las luces.
Qué vale más, ¿el tiempo o el dinero?
Ahora, qué hacemos para que la recaudación deje de ser el objetivo que se persigue en los controles.
Si la paridad ante la ley se dirime en dinero, arrancamos mal, porque en esos términos no somos iguales ante la justicia. Una infracción que para alguien puede ser un porcentaje mínimo de sus ingresos, para otra puede representar la totalidad de los mismos. Es necesario pensar en una opción que equipare a la ciudadanía y es allí donde las penalizaciones por tiempo aparecen como una opción.
¿Cómo funcionaría?
A quien sea detectado o detectada cometiendo una infracción se le retiene el auto instantáneamente, debiendo cumplir con la pena de esperar un período de tiempo proporcional a la infracción en el lugar, pasado ese tiempo, puede volver a circular con normalidad y sin infracciones. ¿Cómo te ves una o dos horitas esperando en un control?
De esta manera se busca correr el foco de la recaudación y que las penalizaciones sean correspondientes con las causas de la accidentología, además ahora sí seremos iguales ante la ley.
No todas las infracciones dan lo mismo
Además, en forma complementaria a lo anterior se debe determinar una escala de infracciones, es allí donde se debe establecer cuáles son las infracciones que se deben penalizar en una escala donde se representen las causas de la siniestralidad vial en nuestro país, de aquella infracción que tiene más probabilidades de provocar un siniestro a la que menos.
¡Ojo! Este tipo de medidas no buscan avalar malas prácticas en el tránsito, su objetivo es efectivizar recursos del Estado, que como sabemos son escasos y cuando el problema es grande, es necesario empezar atacando a aquello que provoca prácticamente, la mitad de los siniestros e ir de a poco avanzando sobre las diferentes infracciones, porque como ya sabés, no se puede cantar y silbar al mismo tiempo.
Mejor no hablar de ciertas cosas
Los países que han decidido atacar fuerte al exceso de velocidad incorporaron a sus carreteras radares de fiscalización. Según la DGT (Dirección General de Tráfico) de España, en 2018 el país contaba con 900 radares de carácter nacional (no se tienen en cuenta los municipales, ni provinciales). Según datos de ETSC (European Transport Safety Council) Francia cuenta con 4000, Reino Unido con 7200, Países Bajos con 852, Bélgica con 2321. Si lo ponemos en términos de radares por cada millón de habitantes, Bélgica tiene 206 radares por cada millón de habitantes, Francia 60, España 19 y Argentina con los 97 radares (no se cuentan radares municipales, ni provinciales) homologados y habilitados por la Agencia Nacional de Seguridad Vial, cuenta con 2,25 radares por cada millón de habitantes.
¿Más radares es la solución? Como siempre te digo, no hay una única solución a este problema, es necesario abordarlo de manera integral desde distintos puntos, lo que sí es claro, es que, para buscar una solución, debemos seguir otro camino distinto del que nos trajo hasta acá.
El desafío es grande ¿no?
En dos semanas seguimos charlando. Te espero.
(*) Ingenierio Civil, Tesista en Seguridad Vial.