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Alicia Fornes, 15 años al frente de Óptica Olavarría y una mirada sobre la salud visual

La óptica, formada en la UBA, repasó su recorrido profesional, los cambios tecnológicos del sector y advirtió sobre los riesgos de comprar anteojos sin control sanitario.


Alicia Mabel Fornes es óptica y titular de Óptica Olavarría, ubicada en España 3137. Tiene 68 años y una trayectoria marcada por idas y vueltas, atravesada por un parate en la profesión, pero también por la vocación y el compromiso con la salud visual. El comercio cumplirá 52 años en febrero, mientras que ella lleva 15 años al frente del local. “Empecé primero como empleada y después la pude comprar”, indicó.

Su decisión de estudiar óptica surgió a mediados de los años 70, inspirada por una familiar que ejercía la profesión en otra ciudad. En 1976 se trasladó a Buenos Aires para formarse en la Universidad de Buenos Aires, donde la carrera se dicta en la Facultad de Farmacia y Bioquímica. “Yo ya sabía que la base era matemática y física, y a mí me encanta todo eso”, recordó.

Tras recibirse, trabajó en la ciudad de Buenos Aires, primero en Óptica Zapata, un local reconocido sobre la avenida Santa Fe. Luego regresó a Olavarría, donde tuvo un paso inicial por Óptica Nueva Línea. Sin embargo, por cuestiones económicas y laborales, dejó la profesión durante varios años y se dedicó a otras actividades que le permitían una mayor estabilidad.

Tuvo que atravesar también la crisis de 2001 y tiempo después, vio un aviso en el diario: un grupo de Pehuajó había adquirido Óptica Olavarría luego del fallecimiento del director técnico y buscaba personal. Fornes comenzó como empleada y, con el tiempo, logró comprar el comercio. “No tenía pensado volver a la profesión, pero las cosas pasan por algo”, expresó.

En la actualidad y a partir de cambios que trajo la pandemia, Alicia trabaja principalmente en el taller, reduciendo el contacto directo con el público. Aun así, destacó que el trato con la gente fue siempre una de las facetas que más disfrutó de la profesión.

Consultada sobre la evolución del rubro, aseguró que los cambios fueron profundos. “Cuando yo estudié no existía el cristal orgánico, era todo vidrio. Cambió totalmente”, explicó. No obstante, advirtió que, pese a los avances tecnológicos, la profesión continúa poco valorada.

En ese sentido, cuestionó la falta de políticas públicas sostenidas en materia de salud visual. Señaló que muchas personas siguen comprando anteojos en kioscos o comercios no habilitados, lo que representa un serio riesgo. “El Ministerio de Salud debería hacer campañas mucho más serias y más asiduas”, sostuvo, y remarcó que al óptico se lo sigue considerando solo como un comercio, cuando su tarea es sanitaria y de asesoramiento profesional.

Respecto de los daños que pueden provocar los anteojos sin control, fue contundente: advirtió sobre el peligro de los rayos que atraviesan cristales no adecuados y el impacto directo en la retina, especialmente en niños. También mencionó el aumento de patologías como las cataratas y la falta de campañas de concientización vinculadas al cuidado ocular frente a la radiación solar.

Si bien aclaró que este tipo de anteojos comprados en lugares no habilitados pueden utilizarse de manera excepcional, “en una emergencia”, remarcó que no deben emplearse de forma prolongada ni para lectura, ya que no corrigen problemas como el astigmatismo y pueden generar un mayor deterioro visual.

Finalmente, Fornes reflexionó sobre su propio recorrido y su regreso a la óptica después de un largo paréntesis. “Todo pasa cuando tiene que pasar”, afirmó. Aunque reconoció que a veces imagina qué hubiese ocurrido si se dedicaba de lleno a la profesión desde el inicio, aseguró sentirse conforme y feliz con el camino recorrido.